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DESDE MI SILLÍN | Ciclismo
Columna
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Desde el Giro (2)

Resulta que ésta ha sido una semana agitada en lo que respecta al ciclismo. Una semana en la que las confesiones de dopaje han sido la nota constante; un efecto dominó causado por la publicación en Alemania de un libro en el que se contaban los secretos del pasado del todopoderoso equipo Telekom.

Resulta también que -por extraño que parezca- todo esto nos ha pasado bastante desapercibido por el Giro. Al menos en lo que a mí respecta, claro está. Quizá deje de parecer tan extraño si pensamos en las razones por las que esto pasa, dos principalmente, que no tienen mucho que ver entre sí, pero que se solapan. Por una parte, el ciclismo siempre ha tenido esa actitud de "mirar hacia otro lado". Una actitud hipócrita y egoísta despojada de cualquier modo de corporativismo. Mientras a mí no me toque, da igual lo que pase. Una actitud estúpida si pensamos que son muchos los lazos que unen a unos equipos con otros y a unos corredores con otros. Aunque... al contrario de lo que muchos piensan, aunque todos transitamos por la misma carretera, cada uno tenemos nuestro modo de hacer las cosas. No hay que olvidar que a cualquiera nos afectan indirectamente los escándalos.

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Entre las confesiones, carreras

Y por otra parte, nosotros vamos a lo nuestro, es decir al Giro. Ya nos decía nuestro director que sin entrar a valorar la dureza de la carrera, el Giro es de lejos la carrera más dura para nosotros por todo lo que pasa fuera de la carrera. Traslados constantes, hoteles alejados, caravanas, congestiones frustrantes en los finales en alto, o días de descanso que no existen. O sea que las horas que pasan entre el desayuno y la cena vuelan. Y no hay mucha tregua para comentar algo ajeno. Llegada la hora de la cena, bastante tenemos con aprovechar lo poco que queda para descansar, llamar a la familia, hablar con el compañero de habitación, y poco más. Eso unido a que eso del wi-fi -la forma de conectarnos al mundo-, no está muy extendido en Italia, hace que vivamos en una burbuja.

Así que, me abstendré de comentar algo que desconozco. Puedo hablar de las cuatro etapas consecutivas de montaña que nos hemos comido estos días, que se dice pronto. O del tappone dolomítico de hoy, más duro de lo esperado por el clima. O de la necesidad con la que afronto el descanso de mañana tras 12 etapas.

O quizá sea mejor no hablar ya de nada, que se me acaba el espacio, y aprovechar para mandar un mensaje telegráfico: aquí sigo y, para que me crean, espero dejarme ver la semana que viene, que es ya la última.

Pedro Horrillo, ciclista del Rabobank.

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