Debate andaluz
Una vez más se ha puesto de manifiesto el doble lenguaje que mantienen los partidos políticos a la hora de proyectar su trabajo en una campaña electoral. En las municipales que hemos dejado atrás se ha hablado de todo menos de los ayuntamientos. La discusión se ha centrando en escándalos relacionados con el urbanismo sí, pero, también sobre la manipulación del censo, el voto por correo, de las polémicas resoluciones de las respectivas Juntas Electorales, de ETA y hasta del futuro gobierno de la Junta y del Ejecutivo central. O sea, lo que es la política local, que es de lo que se trata en esta cita del 27-M, ha quedado en un segundo plano y máxime teniendo en cuenta que algunas formaciones se tomaron esta convocatoria como unas auténticas primarias de cara al futuro inmediato. Así ha sido hasta el punto de que determinados líderes han constituido sus propias caravanas electorales asumiendo un protagonismo directo y robando espacio a los propios candidatos.
De modo que aquel que esperara que, en esta ocasión, se hablara a fondo de la financiación de los ayuntamientos, de la asunción de nuevas competencias, de las consecuencias de la nueva Ley de Urbanismo, recién aprobada, de más servicios al ciudadano o de una mejora en el funcionamiento de la administración local, se ha quedado con las ganas. Este fenómeno viene a demostrar, en definitiva, lo relativo de los principios de aquellos que aspiran, por ejemplo, a reclamar la celebración, por separado, de las elecciones autonómicas para así hablar de Andalucía, según dicen, y que sea, por tanto, nuestra comunidad el eje central del debate.
Tengan por seguro que si llega esta oportunidad se hablará de todo menos de Andalucía. Aún así parece que se abre camino en la mente de Manuel Chaves la posibilidad de, por fin, desarrollarlas independientemente de las generales que llegue a convocar, en su momento, José Luís Rodríguez Zapatero. Atiende así las reivindicaciones de los grupos de la oposición que han hecho de este asunto una de sus principales reclamaciones para dar protagonismo propio a Andalucía, tal y como ocurre en Cataluña, País Vasco y Galicia. Sin duda alguna que éste va a ser el asunto prioritario que se abordará, esta semana, nada más pasar el rubicón de los comicios locales. Sólo hace falta que, de conseguirse este logro, los partidos políticos realicen un esfuerzo de verdad para hablar de nuestra tierra y su futuro con sus respectivas propuestas.
Sin embargo, todo hace pensar que llegado ese momento, igualmente, se desviará la atención hacia otros asuntos según convenga a unos u otros. Se puede entender la convocatoria por separado de las elecciones andaluzas como un paso decidido y firme en el avance del autonomismo que todo debemos celebrar pero verán cómo se desnaturaliza de inmediato introduciéndose en la contienda otros factores que contribuirán, precisamente, a todo lo contrario, esto es, a desvirtuar su sentido final, a desnaturalizarla. Se demostrarán, entonces, que eran otros los intereses que animaban a los que pedían elecciones propias antes que los del pueblo andaluz.
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