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ECONOMÍA
Columna
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Empresas: nuevas formas para la fusión

Joaquín Estefanía

ENTRE LOS NUEVOS FENÓMENOS que sacuden la economía de principios de siglo hay uno, más tradicional, que adopta otras características acordes con los tiempos: el de la concentración empresarial. Es difícil encontrar un solo día sin que los medios de comunicación anuncien distintos casos de fusión y adquisición de empresas, en cualquier parte del planeta.

Citemos sólo algunos de los más recientes ejemplos: en el sector del aluminio, entre el gigante estadounidense Alcoa y la sociedad canadiense Alcan; en la comunicación, la propuesta de Murdoch sobre Dow Jones o la de Thomson sobre Reuters; Microsoft se plantea la compra de Yahoo para competir con Google y mientras ello se concreta adquiere la agencia de Internet eQuantive; matrimonio entre los bancos italianos Unicredit y Capitalia, mientras se sustancian las distintas ofertas sobre la holandesa ABN Amro; en telefonía, la sociedad de capital riesgo TPG y una filial de Goldman Sachs se quedan con Afftel; siguen las conversaciones entre el grupo turístico TUI y el británico First Choice, etcétera. En España, sólo dos muestras: la compra de Iberia por TPG, un fondo del Banco Santander y British Airways, y la de Altadis por dos fondos de capital riesgo como CVC y PAI, junto a un grupo de inversores españoles. Por cierto, ninguna de ellas ha superado el récord que a finales de los noventa y en el año 2000 batieron las fusiones de Time Warner con America OnLine (186.000 millones de dólares de la época) o de Vodafone con la alemana Mannesman AG (185.000 millones).

Ya no hay territorios en veda. Cualquier empresa, de cualquier sector y en cualquier país, es susceptible de ser adquirida. Este año se batirán todos los récords conocidos de fusiones y adquisiciones empresariales

Más allá de esta muestra representativa, el proceso empresarial concentracionario de hoy tiene unas características que le diferencian del de las dos décadas anteriores. Primero, su extensión: en lo que va de año se han anunciado compras por valor de casi 1,5 billones de euros, un 60% más que en el mismo periodo de 2006, que fue récord; pese a los dos últimos ejemplos puestos, la compra media se ha triplicado de tamaño. Segundo, los nuevos protagonistas de la fiebre compradora, en la que van adquiriendo un creciente protagonismo las firmas de capital riesgo. Tercero, y relacionado con lo anterior, la mayor parte de las compras no se hacen ya a través de la oferta de acciones, sino endeudándose; los créditos son mejor método de financiación que la emisión de acciones, y éste es un campo regado para el capital riesgo. Cuarto, su universalidad: ya no hay sectores vedados y las operaciones ocurren en cualquier lugar del planeta, con presencia de sociedades (en muchos casos, antiguos monopolios públicos) de los países hasta ahora considerados emergentes, como China e India, que aspiran a quedarse también con antiguos monopolios públicos hoy privatizados. Por último, y quizá también motivado por el carácter agresivo del capital riesgo y los fondos de alto riesgo, hay un porcentaje mayor que en el pasado de compras hostiles.

Esta tendencia hacia mayores conglomerados tiene sus excepciones. Por ejemplo, en casos en los que algunas de las actividades de los mismos no generan el mismo valor añadido para sus accionistas que el conjunto. Así, algunos analistas empiezan a defender la necesidad de desmembrar esos grandes conglomerados para liberar el valor de la acción. Ello ha ocurrido, al menos de modo teórico, con grandes colosos como General Electric (GE) o el primer grupo financiero del mundo, Citigroup. En el conjunto de GE -energía, finanzas, medios de comunicación como la cadena de televisión NBC, etcétera- hay actividades que corren más que otras y hay quien defiende eliminar el frenillo para que el grupo valga más en Bolsa.

Por último, la separación entre Daimler y Chrysler ha puesto de manifiesto la dificultad que tienen muchas fusiones para desarrollarse bien. Un informe, ya antiguo, de la consultora KPMG concluía que sólo el 17% de esas operaciones había creado valor, mientras el 53% lo perdió y el 30% se quedó como estaba.

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