Un club a fuego lento

Sólo 25 comensales. Sólo con reserva. Sólo un timbre y muy pocos platos. Abre la puerta Sara Stothart, la cocinera y la fuerza de Tapioles 53, una sociedad gastronómica que habita en una vieja fábrica de paraguas en el barrio barcelonés del Poble Sec. Junto a su socio Ricardo Feriche, Stothart ofrece en este acogedor local la comida que a ella le gusta. La australiana llegó a Barcelona con 15 años, estudió diseño gráfico y aprendió a cocinar con su madre.

Cada mañana acude al mercado y se deja sorprender por los productos frescos. No hay carta en Tapioles 53. Los platos cambian con las estaciones. Existen dos opciones: un menú de tres platos que, sin bebidas, cuesta 34 euros, y el menú de cinco platos, que cambia cuatro veces al año y tiene un precio, sin bebidas, de 54 euros. La oferta de estos días para los cinco platos consiste en un entrante de espárragos verdes envueltos con jamón de bellota un poco calientes, con piñones, un huevo de codorniz y aceite del Priorato. Le siguen los ñoquis de ricota y espinacas con mantequilla de salvia. Durante la explicación en directo que Sara hace a sus comensales recuerda que es su plato más conocido. "The New York Times habló de mis ñoquis". Le sigue el canguro con polvo de romero, sal y pimienta pasado por la sartén y servido con un crujiente de patata y salsa de tomate casera.

"Nunca serviría nada que yo no me llevaría a la boca", asegura la australiana. Ocurre lo mismo con Noelle Nelson, encargada de los postres. Panacota, tartaletas de limón con fresones o el pastel de chocolate son opciones seguras.

La cocina de Tapioles 53 es casera, fresca y de poco diseño. "La mayoría de platos vienen de la rivera del Mediterráneo, pero también hago cocina de Malaisia, India y Tailandia", explica. Siempre con una característica común: la cocción es muy lenta. No hay que olvidarse de probar el pan (hecho aquí) ni de pedir el libro para firmar y entrar a formar parte de este club de comida.