Nave varada en África
Después de publicar libros de viajes, dos novelas y una crónica cañí de España que revivió el legendario Celtiberia Show de Luis Carandell, la última obra de Gabi Martínez, Sudd, combina elementos clásicos del libro de viajes, como la descripción exotizante de paisajes, fauna y costumbres, con recursos básicos del texto autobiográfico, como la narración en primera persona a cargo del protagonista, que aquí es un traductor llamado Miguel. A estos dos rasgos hay que añadir la trama estrella de los libros de aventuras desde la Odisea, el viaje en barco.
La acción novelesca se resume en la travesía fluvial de una embarcación que debe llegar a la capital de un Estado africano cruzando una ciénaga inmensa. El barco, fletado por las autoridades del país para simbolizar el final de la guerra, navega de norte a sur con un pasaje variopinto que incluye a un ministro y a un mercenario, a un millonario chino con su séquito y al delegado inglés de una importante empresa de petróleos y, por supuesto, a un par de traductores. Como sucede con tantas fantasías políticas y empresariales de este tipo, los desastres se van sucediendo hasta demostrar la necedad de todo el empeño.
SUDD
Gabi Martínez
Alfaguara. Madrid, 2007
343 páginas. 17,50 euros
Tal vez la historia se plantea como una metáfora de la humanidad, que a ratos avanza por un lodazal lleno de peligros y a veces se ve como La Nave -así se llama el barco-, atrapada entre islas flotantes de materia en descomposición. En tanto que retrato de un carácter, la novela representaría el desequilibrio de quien transita lenguajes y va sembrando a su paso malentendidos y traiciones. Quizás de ahí proceda la obsesión del traductor con lo inmutable (el paisaje), y también su insistencia en describir a diario una naturaleza tan siniestra como un cadáver bien embalsamado. Una novela prolija y oscura.
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