Nadal insiste en su despedida que derribar el Fortí de la Reina "sería insensato"

"Lo siento por el presidente de la sala de lo contencioso administrativo del Tribunal Superior, pero derribar el Fortí sería insensato". Joan Miquel Nadal se despidió ayer del mismo modo que ha actuado a lo largo de su mandato, iniciado en 1989: con polémica. Él mismo se definió ayer, en la última comparecencia de prensa como alcalde de Tarragona, como "polémico, obsesivo, tozudo y agradecido a mi ciudad".

Nadal expresó su deseo de "desaparecer" de la escena pública a partir del próximo domingo. El teniente de alcalde, el popular Francesc Ricomà, ejercerá de alcalde hasta la conformación del próximo plenario municipal. Nadal aprovechó esta última ocasión ante los medios para reivindicar la continuidad del restaurante Fortí de la Reina, construido en zona verde, y para anunciar la inauguración en fase de pruebas de un aparcamiento.

Acompañado de las principales caras visibles de CiU en el consistorio, Nadal recordó que su "obsesión" por Tarragona le llevó a enfrentarse en repetidas ocasiones con su partido, CiU. "Quien se rinde en la defensa de los intereses de la ciudad no merece ser alcalde", dijo.

Al repasar sus 18 años de mandato, Nadal enumeró uno de sus peores momentos: "El uso judicial para intentar sacarme de la escena política del actual delegado de la Generalitat, Xavier Sabaté". Sabaté y Nadal, jefes de filas del PSC y CiU en Tarragona, mantienen una enemistad personal evidente desde que el primero actuaba como jefe de la oposición.

No mencionó como mal recuerdo el caso Terres Cavades, un escándalo urbanístico que obligó en 2004 a dimitir al entonces concejal de Urbanismo, Ángel Fernández. Nadal anunció la apertura mañana del polémico aparcamiento Jaume I que ha multiplicado su presupuesto inicial.