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Columna
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El lado oscuro de la fuerza

Miles de ministros desembarcarán estos días en esta nación de provincias para recuperar del abismo a Ignasi Pla antes del 27 de mayo. Pero la misma semana, los del PP pasearán mil veces en anda a sus principales valores políticos en la Generalitat, Valencia, Castellón y Alicante, en una acción inversamente proporcional a su peso específico y físico, para ver si así consiguen hacer realidad las amadas y repetidas encuestas.

Porque a una semana de la fecha electoral esas encuestas dan demasiado seguro el resultado de las elecciones. Victorias absolutas del PP en la Generalitat, Valencia, Castellón y así, así en Alicante. Demasiada seguridad para un 2007 en el que los objetivos postmateriales pesan más que los referentes que manejan los neocon de Francisco Camps y FAES. Sólo con que el PSPV-PSOE hiciera posible su sueño de una participación del 75% todas las encuestas quedaban sin cobrar. ¿Cómo conseguir ese objetivo? Desde el lado oscuro de la fuerza que moviliza al electorado.

Rafael Blasco, el neocon por excelencia del PP, por mal que les duela a los peperos que sólo echan una miradita al periódico Alba, decía el martes 15 de mayo en EL PAÍS que puede registrarse un "voto dual" entre los socialistas valencianos. En resumen, como ven que el PSOE sólo está por castigar el hígado, pues votantes socialistas pueden optar por el pragmatismo de un gobierno que va hacia algún lado: el voto útil del buen vivir. Es muy válida la teoría, pero las prioridades del voto en Europa y en esta nación de provincias cambian más aprisa que las valoraciones del consumo. Menos pragmatismo y más emoción.

Todo esto ya lo explica muy bien Agustín Bosch en la revista Centre D'Estudis Jordi Pujol. Las causas del voto vinieron primero por la clase social, la estructura de la propiedad de la tierra y los orígenes urbanos o rurales de los votantes. Luego fue la integración de la sociedad, la izquierda y la derecha y la identificación con un partido, fuera cual fuera su orientación ideológica, incluida la de centro.

Luego, ya se sabe, cuando Fukuyama no había descubierto a Bin Laden apareció El fin de las ideologías y desde Tony Blair a Joaquín Almunia pasando por Rafael Blasco y José María Aznar nos hicimos todos de Anthony Giddens. Esto quiere decir lo que repite Vicente Verdú: lo que manda es la calidad de vida, vivir bien, el lujo soy yo y me compro un Rolex de 3.000 euros porque me da la gana. Con esos mimbres llegan Blair, Camps o Sarkozy y arrasan. El "voto dual" producto del viejo pragmatismo de hace sólo dos días en un momento cambiable.

Por eso al PSOE le quedaba una última oportunidad. Sólo una. Y ahí estuvo Juan Capmany (autor del producto ZP) dándole vueltas a la cabeza para que Ignasi Pla se creyera la solución cuando le propuso una campaña de sólo quince días: utilizar el lado oscuro de la fuerza. Utilizando para ello un mensaje que también resulta dual: uno, el infierno existe y es el PP. Dos, en estos quince días hay que conseguir que no sea eterno. Pero ojo con prometer el cielo. Hay que ofrecer emociones sin sexo. Por ahora basta con la sangre de los bárbaros. La fantasía, la magia, la inocencia, la pureza que incorpora la publicidad emocional que define Belén López (doctora en publicidad del País Vasco) queda para la campaña electoral de Zapatero.

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Por eso Miguel Sebastián ha sacado la espada vengadora de Darth Vader y aclarado a Ruiz Gallardón hasta dónde llega el lado oscuro de la fuerza. La nueva ética católica permite los pecados del alma (Montserrat Cogulla), pero no los del bolsillo (Marbella), de ahí la técnica subliminal: el lado oscuro de la fuerza. Ya se sabe: Carlos Fabra, Alperi y los censos. Ya verán como antes del día 27 la espada láser de Darth Vader pone las encuestas en su sitio, al menos en Alicante. Me apuesto una paella en Rabassa a que todo o casi todo está en el guión escrito para movilizar el voto. Al menos, existe en la copia que figura en el juzgado de Nules.

www.jesusmontesinos.es

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