Política de segunda
Cuando estamos a pocos días de las elecciones autonómicas y municipales, y con las generales en un horizonte temporal muy cercano, parece ser que el único argumento político-electoral e informativo es el terrorismo, en dos frentes: el islamista con el juicio del 11-M y, sobre todo, el de ETA en cuanto a la vinculación o no de Batasuna con otras candidaturas, lo que a su vez ha dado pie a un culebrón jurídico-político.
A mi juicio, es indignante que el discurso esté monopolizado en ese sentido y no se dé prioridad a los verdaderos problemas de la ciudadanía, que son muchos, variados y crecientes: vivienda, creación y calidad del empleo, medidas sociales, seguridad, estabilidad de precios, inmigración, medio ambiente, etcétera. Y es que la clase política deja mucho que desear, ya que sólo hay que echar un vistazo a la actualidad para contemplar un escenario de sucesivas descalificaciones y reproches en el que un Gobierno a la defensiva repele como puede los ataques indiscriminados, sistemáticos y repetitivos -especialmente en materia de terrorismo- del principal partido de la oposición, cuando lo que tenía que hacer cada cual es centrarse en plantear soluciones a las inquietudes que he comentado anteriormente.
En esta tesitura, y salvo para aquellos que buscan aprovecharse de este caos con el fin de desestabilizar al actual Gobierno, no es de extrañar que en el resto se dé un creciente desinterés, así como una importante pérdida de credibilidad de nuestros políticos, por lo cual, en mi opinión, éstos deberían cambiar diametralmente el discurso tanto en el fondo como en las formas, si no quieren que el resultado final sea exactamente lo contrario a lo que buscan y realmente les importa, "nuestro voto".
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