El despilfarro de Europa

Suscribo el editorial del domingo 13 de mayo, Líquidos sin control, y las palabras del eurodiputado Ignasi Guardans, que se ha mostrado varias veces en contra de las últimas medidas de seguridad adoptadas en los aeropuertos. Habituada a pasar por ellos, la prohibición de los líquidos me pareció un desatino impuesto por la neurosis de las autoridades norteamericanas y británicas (las que nos defienden de los terroristas en Irak), además de una humillación y un atentado contra los derechos de los pasajeros (¡ni agua!). Lo absurdo de la medida y los problemas que planteaba se exponían en el artículo del 12 de mayo, "Litros de colonia tirados por la borda". Ya suponíamos que las enormes pérdidas económicas, lo que más duele siempre a las autoridades europeas, terminaría haciéndoles replantearse la cuestión, como ahora se demuestra. Sin embargo, esas pérdidas no son sólo preocupantes, son obscenas: toneladas de productos tirados diariamente a la basura y destruidos después por falsos motivos de seguridad (lo de pagar para tirar a la basura ya sabemos que es la marca distintiva de la Comunidad Europea). ¿No se dan cuenta de que tan fabuloso derroche de recursos es indecente en un planeta donde la mitad de la población se muere de sed y de hambre? ¿No se les ocurre nada mejor que hacer a las autoridades europeas que despilfarrar y fastidiar a los ciudadanos.