Lobito bueno
Hay cosas impagables. Por ejemplo, ver a un cabeza de lista por Ciutadans defendiendo que el catalán sea lengua única oficial en toda España o a un candidato de ICV propugnar para la mujer que sea ama de casa. No es menos chocante ver a un señor que opta a la alcaldía por Plataforma per Catalunya (grupo que basa su campaña en el rechazo a la inmigración) reclamando papeles para todos. Ahí es nada un dirigente del PP que exige despenalizar a los okupas. Al lado de esto, que un militante de CiU avale la saturación en las aulas, que el candidato del PSC diga que Renfe es una delicia o que un republicano proponga dedicar una plaza a la princesa Letizia resulta casi una nonada. Todo esto se vio ayer en Manresa.
Fue una de las pruebas que tuvieron que superar ayer los cabeza de lista a la alcaldía de Manresa. Se salvó Núria Sensat (ICV). Acaba de parir y fue sustituida por Xavier Rubio. Para defender que las mujeres fallan citó su propio caso. La música de fondo hubiera podido ser la de Paco Ibáñez al verso de José Agustín Goytisolo donde se habla de un lobito bueno, un principe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado.
Hace ocho años que los candidatos de Manresa (con un par de ayudantes) se someten al tormento ideado por un grupo de periodistas de la ciudad: un trivial con preguntas locales y pruebas de habilidad: desde cálculo mental hasta reconocer vinos. Llama la atención ver que hay quien quiere dirigir la ciudad sin saber dónde se halla alguno de su barrios: la Plataforma. Sus representantes ignoran mucho más de lo que saben.
Algunas preguntas llevaban carga ideológica: se pidió el nombre del lujoso yate de Eusebi Beltran i Serra, "pagado con la aportación de las trabajadoras de la Fábrica Nova", eso que ahora se llama beneficio y antes, plusvalías. Nadie dio el nombre: Orión, pese a que antes ICV y CiU se habían marcado un tanto al ser la únicas formaciones que recordaban la fecha de la primera huelga general en Manresa durante el franquismo: 1946, en Fábrica Nova, precisamente.
Hay gestos cuya semántica resulta obvia. Fue el caso de una de las pruebas físicas: tirar de una cuerda. Los concursantes tenían que formar dos equipos. Nueve candidatos, dos grupos de cinco personas (el segundo grupo completado con uno de los 200 espectadores que había). La suerte quiso que eligieran CiU e ICV. Empezó Josep Vives, candidato convergente, que no dudó en mostrar sus preferencias: Josep Camprubí (PSC), es decir, como aquel que no quiere la cosa, optó por la sociovergencia. ERC fue sólo la segunda opción. ICV no dudó en disculparse cuando tuvo que optar por el representante de la Plataforma.
Lo más divertido fue, sin duda, el monólogo de cada candidato defendiendo un punto de vista opuesto, un poco al estilo de El club de la comedia. Para no perderse la intervención de Xavier Jabaloyes (PP): afirmó que los okupas son "hijos de papá" y que quieren hacerse notar. Y lo peor: son "librepensadores".
La mayor puntuación la obtuvo CiU. La menor, la Plataforma.
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