Papeleo itinerante

Cuando los ciudadanos tenemos necesidad de solucionar cualquier asunto en cuya resolución intervienen varias administraciones públicas, como es lógico solemos acudir en primer lugar a la más cercana, pero una vez allí, en ocasiones se nos dice que la competencia corresponde a otra y, cuando llegamos a ésta última, puede que incluso nos remitan de nuevo a la anterior, si no a una tercera, de modo que andamos varios días (o meses, depende) vagando de un sitio a otro con el documento en vía crucis: del Ayuntamiento a la Comunidad Autónoma y de ella a la segunda planta del organismo estatal X. (Cada cual puede alterar el orden de las instituciones que intervienen o cambiar el sentido del circuito adaptándolo a su caso concreto, pero el tráfico no distará mucho de ser como el que digo).

Aun reconociendo que la tramitación administrativa en conjunto ha mejorado, no es de recibo que a estas alturas burofáxico-cibernéticas las administraciones estatal, autonómica y municipal, en los casos de expedientes compartidos, aún no hayan dispuesto un sistema de recepción común y generalizado que evite al paciente ciudadano desplazarse a distintos centros oficiales, muchas veces situados en diferentes municipios, para tratar un mismo asunto.

Uno de los objetivos del Estado del bienestar (psíquico) debería ser reducir el nivel de rebote nacional, y el papeleo itinerante contribuye a él casi tanto como el CO2 al efecto invernadero.