El favorito busca la reválida

La pugna electoral en Bilbao se presenta con una foto diáfana: un candidato, el peneuvista Iñaki Azkuna (Durango, 1943), como claro favorito y otros tres grupos (PP, PSE y la nueva coalición EB-Aralar) con intención de aumentar su representación y poder convertirse en la llave del gobierno de coalición que se da por inevitable en la próxima corporación. El otro dato relevante, una vez confirmada la anulación de las listas de la izquierda abertzale, es el futuro de EA, que pugna por mantener su representación en el consistorio tras renunciar a repetir la coalición con el PNV.

A Azkuna, quien se presenta por tercera vez para ser primer edil, el histórico atasco del pasado día 19, que bloqueó durante toda una mañana los principales accesos a la ciudad con retenciones de casi 55 kilómetros, le ha amargado el final de un mandato en el que cada vez ha ido sintiéndose más cómodo. Tras sus primeros cuatro años al frente del consistorio (1999-2003) en minoría y sin poder aprobar un solo presupuesto, este cuatrienio ha sido todo un bálsamo para el veterano político peneuvista. Su pacto con EB le ha proporcionado la estabilidad que buscaba y el cambio al frente de su partido -el relevo de Xabier Arzalluz por Josu Jon Imaz- le ha evitado seguir siendo criticado como uno de los "michelines" del PNV.

El inicio no fue fácil para alguien que, como él mismo admitió públicamente hace un mes, hace cuatro años se fue a la cama sin ser el candidato del PNV y a medianoche le comunicaron que repetía. Azkuna tuvo que hacer frente a un cáncer de próstata, detectado en 2003, y a sus primeros encontronazos con la todopoderosa Diputación de Vizcaya: la retirada del proyecto de instalación de la sede foral en la torre de Iberdrola provocó incluso un enfrentamiento dialéctico público entre el alcalde y el diputado general, José Luis Bilbao.

Proclive al acuerdo

Sin embargo, el transcurso del mandato lo ha apaciguado todo. La buena salud del alcalde ya es un hecho y la relación con el diputado general se ha encauzado, de forma que los grandes acuerdos entre ambas instituciones (San Mamés, nuevos accesos, Palacio de Deportes) se han ido sucediendo. Algunos creen que ello se ha producido a costa de "una supeditación del alcalde al diputado general, porque todos los enfrentamientos con él los ha perdido", en palabras del socialista Txema Oleaga. "Creo que no ha superado los problemas internos en el PNV, pero se mantiene por el miedo de su partido a perder la alcaldía", añade.

Considerado disciplinado con su partido y siempre proclive al acuerdo, quienes trabajan con él aseguran que es "un hombre de equipo y muy respetuoso con el trabajo de los concejales". Ha defendido a sus ediles en situaciones complicadas, como el conflicto por la discoteca Privee (cerrada tras la muerte de un joven en el exterior), la suspensión de las World Series, el gran atasco del mes pasado y, especialmente, el atropello mortal de dos niños en Basurto en 2006, el peor momento de todos sus años como alcalde, como ha reconocido. El semáforo que podía haber evitado esa tragedia permaneció sin instalar pese a que el Ayuntamiento lo había aprobado seis años antes. Al final, fue colocado diez días después del accidente, aunque justo tras el mismo Diputación y consistorio habían dicho que un semáforo no resolvería los problemas de seguridad. "Un tremendo error", calificó entonces Azkuna lo sucedido. "Del atropello se aprendió mucho, como que las instituciones no pueden pasarse la pelota una a la otra", apunta la edil de EB Julia Madrazo.

La labia del alcalde y su cercanía al ciudadano, acrecentada este mandato, son valores que destacan incluso sus adversarios. "Manda en su equipo", dicen. Su buena sintonía con Julia Madrazo ha permitido que la coalición de gobierno funcione sin estridencias, pese a que en cuestiones como la incineradora o la construcción de la Supersur, la nueva autovía para desatascar la A-8, las posiciones sean antagónicas.

La oposición le reprocha que no haya tomado medidas drásticas en las crisis más importantes del mandato, especialmente el atropello de Basurto y el histórico atasco, que motivó un pleno extraordinario. "El alcalde siempre ha salido a la luz pública cuando el problema estaba resuelto, porque cuida que su imagen no se dañe. Prefiere el linchamiento de uno de sus concejales que cesarle", dice Oleaga.