Abre sus puertas la feria para la gente mayor en el Port Vell
Cuando algo acaba, algo empieza. O lo que es lo mismo, el fin de la vida laboral abre un amplio abanico de posibilidades para todo aquel que quiera aprovecharlo. Éste parece ser el espíritu que rige la novena edición de la Fira Gran, el salón de las personas mayores que ayer abrió sus puertas en el Port Vell de Barcelona y que se prolongará hasta el próximo domingo.
El primer día de feria se registró una notable asistencia de público. Rostros arrugados, pero sonrientes, hicieron gimnasia, cantaron en una coral, se sometieron a terapias de relajación y mostraron sus habilidades con el pincel, el ganchillo o la madera. Ésa es la cara de un colectivo que crece a pasos agigantados en España. La cruz: los números no cuadran.
"Cuando enviudas tienes un plato menos en la mesa. Pero tenemos que pagar lo mismo por la luz, el agua o la comida", afirmó ayer Pilar Mora, presidenta de la Asociación Ciudadana por los Derechos de las Mujeres. Con el grito de guerra Desde que soy viuda soy pobre, este colectivo reivindica percibir el 100% de las pensiones de sus maridos una vez han fallecido. Ahora perciben el 40%.
En una caseta cercana, José Alzueta representa a la Asociación de Jubilados Forzosos. "Pedimos pensiones dignas. La mayoría de nosotros hemos cotizado 35 años o más a la Seguridad Social y a cambio muchos vivimos en el umbral de la pobreza. No pararemos hasta llegar al Constitucional", afirmó.
La feria espera superar la cifra de 220.000 visitantes registrada durante la pasada edición. Por delante queda un programa de cerca de 300 actividades, información sobre telefonía móvil y servicios bancarios y tiendas que comercializan productos para personas de la tercera edad.
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