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Reportaje:

El universo de los micropartidos

El 27-M volverán a presentarse decenas de pequeñas formaciones, unas más serias que otras

Ignacio Zafra

Hay políticos que dicen no ser políticos. Y hay partidos a los que no les interesa captar afiliados, ni dar mítines y cuyas sedes, porque la ley exige que existan sedes, están en casa de los candidatos. En la era posmoderna aparecen listas electorales que tienen como única ambición "erradicar la pobreza en el mundo", "así de sencillo y así de complicado". Y otras que surgen del cabreo de unos hosteleros con las autoridades que les han cerrado el bar. Nacen agrupaciones que defienden su urbanización como si fuera la patria y candidaturas que pretenden que todos, los de esta patria y los de aquella, tengan derecho a votar.

Algunas formaciones caminan por la peligrosa frontera de las sectas y otras reúnen firmas, acuden al notario, se registran en el Ministerio del Interior y a última hora se retiran porque el objetivo, llamar la atención, por ejemplo, con su nombre, sobre la insensible cementación del paisaje, ya ha sido alcanzado.

El partido Por un mundo más justo está liderado por ex cooperantes como Juan Lledó, ex miembro de la Fundación San Vicente Ferrer
Desaparecido el Partido del Cannabis, un grupo de hosteleros contra la ZAS promueve entre sus clientes el partido Ciudadanos de la Calle

Bienvenidos al inefable universo de las elecciones municipales del 27 de mayo. Una dimensión en la que se presentan los partidos de siempre y, además, en un pueblo de 20.000 habitantes, los Independientes por Paiporta; el Partido Independiente Unificado de Paiporta, y el Paiporta Alternativa Unida Candidatura Independiente.

Desaparecido el Partido del Cannabis, la gran revelación freak de las últimas elecciones locales, que consiguió nada menos que 4.177 votos en Valencia antes de que las tensiones entre los sectores cannábicos condujeran a su implosión en el año 2004, con la defenestración de su cúpula -que era valenciana- y la refundación de la "sede nacional del partido en Zaragoza", la sensación del momento es seguramente el partido Ciudadanos de la Calle.

Su cabeza de lista, José Rebollar, salió hace un par de meses en los periódicos por liderar al puñado de hosteleros que quemaron sus licencias de actividad ante el Ayuntamiento de Rita Barberá en protesta por la cadena de declaraciones de zonas acústicamente saturadas -generalmente con imperativo judicial de por medio- que, lamentaron, los conducía a la ruina.

Una cosa, sin embargo, es formar un partido sobre esa base y otra, reconocerlo abiertamente. "Es cierto", dice Rebollar, "que uno de los detonantes ha sido el tema de las zonas acústicamente saturadas (ZAS). Pero el tema del partido lo llevábamos cavilando muchísimo tiempo entre gente que éramos de hostelería y gente que no lo era". La lista la integran también "gente de profesiones liberales, gente del comercio e incluso una dependienta, un ingeniero de caminos... Menos abogados tenemos de todo", afirma. ¿Menos abogados? "Pues sí. Primero porque no han caído y en segundo lugar porque casi todos los partidos están surtidos de abogados".

A Rebollar le preocupa que el Ayuntamiento esté "cada vez más alejado de los ciudadanos y de las pequeñas y medianas empresas". Ante la falta de militantes y de dinero para la campaña, la formación confía en "el boca a boca" -"por medio de la hostelería, a nuestros clientes, la gente de las profesiones liberales, a sus amigos"- y en dar en el clavo con un par de "ideas inteligentes". Hacia el final de la entrevista, el hostelero pide lanzar dos: "Queremos que los autobuses urbanos sean de colores y que el puente de las flores sea sostenible y económico".

Mucho más seria, aunque dicho así pueda sonar pretencioso, es la intención de Por un mundo más justo. Formado por personas del mundo de las ONG, explica su cabeza de lista por Alicante, Juan Lledó, ex miembro de la Fundación Vicente Ferrer, que llegaron a la conclusión de que el "poder real lo tienen los políticos", pretenden acabar "con la pobreza mundial".

Ajenos a las categorías izquierda-derecha y abiertos a practicantes de todas las religiones además de a los ateos, dice Lledó, consideran que el gobierno local debe librar su propia batalla contra la miseria: "La cuestión es redistribuir mejor los recursos. Que no se hagan barbaridades como la Copa América mientras hay gente durmiendo en el puente de Ademuz".

Preocupados también por la exclusión social, más veteranos, y heridos, probablemente para siempre, por la polémica en torno a su líder espiritual, Mario Rodríguez Cobo, conocido como Silo, acusado reiteradamente de dirigir una secta, se presenta el Partido Humanista, acostumbrado en los últimos comicios locales a disputarse el puesto de partido menos votado en Valencia con el Partido Obrero Socialista Internacionalista y con la Liga Autónoma Española. La candidata, Silvana del Rocío, treintañera, sevillana, en paro, reafirma dos de las aspiraciones históricas de los humanistas: alcanzar una sociedad no violenta y "una banca pública sin intereses".

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Sobre la firma

Ignacio Zafra
Es redactor de la sección de Sociedad del diario EL PAÍS y está especializado en temas de política educativa. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid y EL PAÍS.

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