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Fútbol | Internacional
Columna
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Rafa, 'the champion'

¿Será Rafa Benítez el mejor entrenador de Inglaterra? ¿O incluso del mundo? Tras haber llevado esta semana a un equipo no demasiado brillante a la final de la Liga de Campeones por segunda vez en tres temporadas, la pregunta es válida. La respuesta depende de cómo quiera uno definir el mejor. Si por ello se entiende el más eficaz, el primer español de la historia en lograr que toda Inglaterra conozca quién es por la forma abreviada de su primer nombre sería un indiscutible candidato. Si lo que se busca en un equipo de fútbol, en cambio, es espectáculo y fluidez artística, a Benítez le costaría más llevarse el galardón.

Los equipos de Alex Ferguson, entrenador del Manchester United desde hace más de dos décadas, son un torbellino cuando juegan bien. Producen espectáculos que hacen pensar en las grandes batallas campales de la Edad Media. Pero son más vulnerables que el Liverpool de Benítez. Ferguson tiene menos respuestas que Benítez al enfrentarse a un rival complicado, tiende a jugar siempre al mismo frenético compás y, si el partido exige otras cosas, no sabe qué hacer. Como se demostró esta semana cuando perdió por 3-0 contra el Milan de Kaká.

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Arsène Wenger, del Arsenal, es más cerebral que Ferguson y hace equipos que, a su manera, divierten tanto como el Manchester. Para ciertos gustos, más. El Arsenal siempre ha tenido un toque de finura, una combinación de geometría y ballet de la que nunca se acusaría al Manchester fergusoniano de poseer.

José Mourinho, del Chelsea, no ha tenido una gran temporada, para deleite de muchos, ni tampoco ha dado tanto placer a los observadores neutrales de la Premier como el Manchester y el Arsenal. Pero ha creado un equipo de una solidez y una tenacidad pocas veces vistas y que ha tenido más éxito en la Liga inglesa que el Liverpool. La diferencia consiste en que Benítez no ha dispuesto ni de la tercera parte del dinero para fichar jugadores con la que ha contado Mourinho gracias a la riqueza del dueño del Chelsea, Roman Abramovich. Pero, a pesar de esto, el Liverpool ha eliminado al Chelsea en las semifinales de la Liga de Campeones no una vez, sino dos veces.

Es difícil identificar los elementos que definen a un gran entrenador. Mucho tiene que ver con la psicología, lo que explica por qué el arte de entrenar es inescrutable y por qué también es tan susceptible a los grandes errores. A pocas personas en otras profesiones se les permite tanto despilfarro de dinero con tan pobres resultados. Es extraordinaria la frecuencia con que los supuestos sabios del deporte, como todos los entrenadores aquí nombrados, se equivocan una y otra vez con los fichajes. A los Ferguson y los Benítez les pagan enormes sueldos, pero la experiencia demuestra que poseen poco más criterio que el señor del bar de la esquina a la hora de saber si un jugador sirve para su equipo. Benítez ha tenido grandes aciertos, claro. Por ejemplo, los españoles Reina y Alonso y el holandés Kuyt. Pero entre los fichajes dudosos que ha hecho en los tres años que lleva en el Liverpool hay varios hispanoparlantes, como Josemi, Núñez, Pellegrino, González, Pauletta e incluso Morientes, y algunos británicos que no acaban de convencer, como Bellamy y Crouch.

Un criterio que sí se puede aplicar al evaluar a un entrenador es la capacidad de exprimir lo máximo de los jugadores de los que dispone, de crear un equipo mejor que la suma de sus partes.

En cualquier caso, Benítez tiene un mérito excepcional. Haber logrado lo que ha logrado con un Liverpool que, entre otras carencias, no dispone de algo tan elemental como un goleador, le hace digno de ser considerado el mejor entrenador del mundo.

Por falta de recursos, Benítez compite contra Ferguson, Mourinho, Capello, Ancelotti y Rikjaard como un boxeador al que han obligado a pelear con una mano a la espalda. Y, aun así, en la máxima competición de clubes, los ha noqueado a todos.

Rafa Benítez felicita a Bellamy tras la eliminación del Chelsea.
Rafa Benítez felicita a Bellamy tras la eliminación del Chelsea.AP

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