La Universidad pone alto el listón

Las universidades han pasado a ser un asunto de país. No es para menos. De la universidad californiana de Stanford, por ejemplo, han salido algunos de los fundadores de empresas punteras como Cisco, Google y Yahoo. Hace tiempo que a las universidades no se les pide sólo que transmitan saber. Se les pide también que investigen y que vuelquen sus conocimientos en las empresas para impulsar la ciencia y la economía. En pocos años, en Cataluña se ha impulsado una red de centros de investigación, una treintena de ellos sostenidos en todo o en parte con fondos públicos.

Centros como el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentaria, el Instituto de Ciencias Fotónicas y el Parque de Investigación Biomédica se han convertido en entidades potentes.

Ahora, tanto los rectores de las universidades como los centros de investigación piden que se mantenga el esfuerzo, que se les den estímulos para lograr respuestas. O como dice la parábola: que se siga sembrando para recoger, señalan en el sector.

Tras dos semanas de críticas hacia el Gobierno catalán, el esfuerzo por dar confianza a los centros y las universidades está siendo intenso por la Generalitat. El presidente, José Montilla, se ha reunido por separado con varios rectores. Les está transmitiendo que sus centros son prioritarios. Los consejeros Josep Huguet, de Innovación, Universidades y Empresa, y Antoni Castells, de Economía y Finanzas, se han puesto manos a la obra para desencallar la situación y se comprometen a tener aprobadas partidas presupuestarias en los primeros días de junio.

El catalógo de asuntos para resolver es amplio. Las universidades quieren que se despeje ya el plan de inversiones para los próximos seis años, que quedó sin aprobar por la disolución anticipada del Parlament a final de 2006. Se baraja un alza del 40% hasta 580 millones de euros para este plan. También, el plan de investigación que debe sustituir al actual. Algunos centros de investigación se quejan de que hay que garantizar dinero público para renovar los contratos-programa vencidos a final de 2006 y que tienen ahora expectativas poco claras para mantener su trabajo. Y tambiénque una parte de lo que reciben las universidades se otorgue según sus resultados.

Las universidades han puesto el listón alto, al Gobierno y a ellas mismas.