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Reportaje:MÚSICA

El respeto al prójimo

El joven Idan decidió que sería cantante el mismo día que cayó un ejemplar de Graceland entre sus manos. Nadie en la familia Raichel se dedicaba a la música ni había mostrado demasiado interés al respecto, pero aquel trabajo de Paul Simon le abrió los ojos. En una ciudad agitada y convulsa como Tel Aviv, la historia del cantautor ilustre que se deja atrapar por los ritmos de la Suráfrica del apartheid constituía una elocuente lección magistral de convivencia. Hoy, dos décadas más tarde, Idan también puede presumir de un álbum con su nombre en portada. Y, lo que resulta más sorprendente, su lista de colaboradores resulta aún más extensa y multirracial que la de aquel mítico vinilo fechado en 1986.

El disco, The Idan Raichel project (Cumbancha/Karonte), se ha convertido en un inopinado acontecimiento de masas por tierras israelíes. Unos 150.000 hogares lo atesoran en sus estanterías, una cifra descomunal en estos tiempos que corren. Más todavía si el álbum, aun desde su accesibilidad, se adscribe dentro de la world music o los sonidos étnicos. Hasta setenta músicos respaldan a Idan Raichel, de 29 años, en una obra que por su eclecticismo, desprecio por las fronteras y pacífica coexistencia entre sonoridades acústicas y electrónicas ha merecido ya alguna comparación con el angloindio Nitin Sawhney. "Me siento muy halagado", corrobora con un fulgor en la mirada. "Nitin figura entre mis autores favoritos y en ambos casos proponemos músicas de inspiraciones y procedencias geográficas muy dispares. Pero me gusta pensar que mi combinación de estilos es bastante única...".

Raichel tiene sangre de la Europa oriental y tampoco disimula su fascinación por la cultura etíope, que conoció a través de jóvenes inmigrantes en los tiempos en que trabajaba como abogado en un pequeño bufete. La música tradicional de Etiopía posee, en su opinión, "las melodías más exóticas y los aromas más conmovedores" de cuantos conoce. Pero su proyecto tampoco quiere circunscribirse sólo a las influencias del continente negro. "Quien escuche atentamente", sugiere, "podrá percibir ingredientes arábigos y, aún más lejanos, caribeños. Etiopía seguirá siempre presente en mis composiciones, pero pronto podrán comprobar que sigo ampliando mi paleta de influencias".

Conocido por su postura crítica hacia los últimos gobiernos israelíes, Raichel ha preferido no introducir elementos ideológicos en sus composiciones. No, al menos, de una manera evidente. Todos los temas de The Idan Raichel project abordan la más universal temática amorosa, aunque subyace en ellos una evidente llamada al diálogo entre civilizaciones. "Prefiero ser sutil sin necesidad de plasmar mis ideas sociales y políticas en unos textos demasiado evidentes", arguye. "Ahora bien, mi manera de trabajar deja claro que apuesto por el respeto hacia toda clase de culturas, creencias y expresiones. Quien lo quiera comprender, lo comprenderá. Entre mis músicos hay opiniones para todos los gustos, pero hemos sido capaces de superar esas diferencias y trabajar juntos en la búsqueda del arte, de la belleza. Y de una experiencia así yo extraigo, naturalmente, mis propias conclusiones. La fundamental, que todos los hombres buscamos en la vida las mismas tres o cuatro cuestiones básicas. No debería ser tan complicado respetarnos los unos a los otros para conseguirlas". Sueña, dice, con levantarse un buen día, bajar a comprar el periódico y encontrarse un titular a toda plana con una sola palabra en él: "Paz". Mientras ello sucede, sigue recorriendo las calles de Tel Aviv a lomos de su bicicleta.

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