_
_
_
_
Reportaje:Tragedia en Palencia

"Abrió los ojos y la casa ya no existía"

El padre de Nerea, la niña de cinco años evacuada al hospital de Salamanca en helicóptero, relata lo ocurrido

La hora a la que se produjo la explosión, las 5.45, cuando la mayoría de la gente dormía, y la brutalidad de la misma fueron suficientes para que los vecinos afectados apenas se enteraran de lo que había sucedido en plena noche. Todos los testimonios recogidos, tanto entre los habitantes del número 4 de la calle Gaspar Arroyo de Palencia como de las dos casas colindantes (y que resultaron también seriamente dañadas) hablan de una explosión súbita que ha destruido sus viviendas en un santiamén, sin apenas tiempo para darse cuenta de lo que acababa de suceder.

"De repente me encontré en la calle rodeado de escombros". Uno de los heridos trasladados a los pocos minutos al hospital general Río Carrión es José Ángel Marcos, padre de Nerea, la niña de seis años evacuada en helicóptero a un hospital salmantino, dada la gravedad de sus heridas y la ausencia de UCI pediátrica en Palencia. José Ángel, tras ser atendido de sus heridas, pudo contar a un compañero de trabajo que acudió a visitarlo que se encontró "de repente, en mitad de la calle y con medio cuerpo rodeado de escombros".

Más información
70 muertos en los últimos 10 años
Los bomberos buscan entre los escombros del edificio de Palencia los cuerpos de dos personas

Este hombre de 38 años compartía la vivienda esa noche con su hija, que habitualmente vive con la madre, de la que está separado. "Al abrir los ojos es cuando ha visto que la casa había dejado de existir", contaba a los periodistas su compañero, que trabaja con él en la empresa Gas Natural.

"Oyó una explosión tremenda y ya no pudo moverse de la cama" Dos hermanos de Antonio Aguado, un soltero de 54 años que vivía en el cuarto piso del número 6 de la calle del suceso, explicaron: "La casa ha quedado destruida, aunque él no tiene ningún hueso roto". Antonio tampoco recuerda mucho más, sólo que "oyó una explosión tremenda" y la certeza de que "no podía moverse de la cama", por lo que pasó los primeros minutos "pidiendo auxilio hasta que los bomberos lo sacaron por la escalera. Estaba medio inconsciente".

A Santiago Sinde, de 67 años, que vive en el bloque número 2, 2º B, le despertó, dijo, "una explosión que parecía la llegada de la muerte. Fui de los primeros en salir a la calle, no se veía nada sólo humo y fuego. Me moví entre los escombros y vi a personas ensangrentadas que se movían".

Pedro G. G. un discapacitado vecino de la casa número 2, milagrosamente salvado gracias a la caída de un armario, que le protegió de la lluvia de escombros.

"Recorrí media Palencia en pijama". A poca distancia de este centro hospitalario se recuperaba del susto el ciudadano búlgaro Lubomir Iliev, albañil de 25 años, que vivía en el número 6 de la misma calle, en compañía de sus padres y de un hermano menor. Al oír la explosión, salieron de casa por su propio pie: "Lo primero que hice fue trasladar a mi madre hasta la casa de unos amigos", contaba ayer todavía ligeramente aturdido en las instalaciones de la residencia juvenil Escuela Castilla, gestionada por la Junta de Castilla y León, adonde fueron trasladadas 30 personas. Iliev recordaba que su madre y él tuvieron que "atravesar media Palencia andando y sólo con el pijama, a pesar del frío que hacía". En la residencia donde se aloja provisionalmente espera que alguien le permitia volver a la casa donde ha vivido de alquiler los dos últimos años. "Aunque por aquí dicen que ha quedado muy dañada" por la explosión, añade sin conocer el alcance del siniestro.

Silencio para hallar supervivientes. A primera hora de la mañana de ayer, el alcalde de Palencia, Heliodoro Gallego, relataba cómo la Policía Local mandó parar a las palas excavadoras y obligó al dispositivo de rescate, informadores y curiosos a mantener cinco minutos de silencio. La Policía intentaba escuchar a posibles supervivientes. Los servicios de rescate habían oído las voces de al menos dos sepultados.

A la izquierda, el trabajo de las máquinas de desescombro.
A la izquierda, el trabajo de las máquinas de desescombro.RICARDO GUTIÉRREZ
Los servicios de rescate recuperan el cadáver de uno de los fallecidos.
Los servicios de rescate recuperan el cadáver de uno de los fallecidos.RICARDO GUTIÉRREZ

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_