La explosión de Palencia deja seis muertos
Palencia (82.263 habitantes) despertó ayer sobresaltada por una explosión, supuestamente provocada por la acumulación de gas, que destrozó poco antes de las seis de la mañana un inmueble céntrico de cinco plantas y llenó de angustia toda la ciudad. Entre la montaña de escombros, los bomberos rescataron hasta las nueve de la noche de ayer los cadáveres de seis personas y localizaron en el gigantesco amasijo de ladrillos y cemento a otros tres inquilinos, que también podrían haber fallecido, cuyos cuerpos aún no habían podido ser recuperados. Las autoridades no quisieron facilitar la identidad de los muertos.
Una acumulación de gas en los pisos bajos de un edificio de 10 viviendas y cinco plantas desencadenó la tragedia
200 vecinos de inmuebles colindantes fueron desalojados, 31 sufrieron heridas y siete están hospitalizados
Los bomberos buscaban de madrugada a tres personas desaparecidas entre el enorme amasijo de escombros
Palencia (82.263 habitantes) despertó ayer sobresaltada por una explosión, supuestamente provocada por la acumulación de gas, que destrozó a las 05.45 de la mañana un inmueble céntrico de cinco plantas y llenó de angustia la ciudad. En la montaña de escombros, los bomberos habían rescatado hasta la 02.00 de la madrugada los cadáveres de siete personas y buscaban en el gigantesco amasijo de ladrillos y cemento a otros tres inquilinos, que podrían haber muerto.
Seis de las siete víctimas identificadas ayer eran mujeres. Entre ellas, dos hermanas octogenarias, Julia y Ángela Montes, que dormían en el mismo cuarto. Una era discapacitada y la otra cuidaba de ella. Otra de las víctimas es Mari Luz González Pérez, de 63 años, que vivía en el bloque 2, adyacente al derrumbado. Mari Luz deja dos hijos y un nieto, que anoche la velaban en el tanatorio San Millán de Palencia. También falleció Rosa Riol Balbás, de 19 años. La explosión le sorprendió en casa de la madre de su novio, Josué, de 18 años, que se encuentra en la UVI. La madre de Josué, Ana Isabel Amor Rojo, de 35 años, murió en el siniestro.
El alcalde de Palencia, Heliodoro Gallego, confirmó a las 02.00 desde el lugar siniestrado, que media hora antes el equipo de rescate había sacado de entre los escombros a la séptima víctima, un varón de avanzada edad. Los equipos de rescate se afanaban entonces en busca de tres desaparecidos, que podrían ser un ciudadano rumano llamado Eduardo Dulama, de 24 años, y dos españoles: Hilario y Petra. El alcalde afirmó que "sus familiares han denunciado que la desaparición de estas personas". A esa hora, el último cadáver era trasladado para ser identificado y ver si se trataba de uno de los desaparecidos. Seis personas fueron rescatadas con vida entre las toneladas de cascotes que dejó la explosión.
En el edificio vivían unas 20 personas (dos pisos por planta). Los bomberos y la unidad canina del Servicio de Emergencia 112 trataban de averiguar el paradero de las personas que se cree siguen bajo los escombros.
La explosión dejó también 34 heridos, de los cuales siete permanecían ingresados en los hospitales, dos de ellos, en estado muy grave.
Eran las 5.45 cuando se oyó una enorme explosión en el número 4 de la palentina calle de Gaspar Arroyo, a 100 metros de la catedral. Era una bolsa de gas que se había acumulado en los bajos y que entró en combustión. El edificio, construido hace 34 años, se vino abajo y arrastró los laterales de los bloques adyacentes, el 2 y el 6. Casi todos los vecinos de la manzana, unos 200, dormían, entre ellos una niña de seis años, Nerea Gil, que pasaba la noche en casa de su padre. Los dos resultaron con heridas graves.
La menor fue trasladada al Hospital de Salamanca, y por la tarde su salud evolucionaba favorablemente. Aunque era festivo, muchos trabajadores del Hospital Río Carrión de Palencia se movilizaron para atender a los heridos.
El Ayuntamiento evacuó gran parte de la manzana afectada. 30 personas fueron alojadas en la Escuela Castilla de Palencia, y otras cuatro en la residencia de mayores San José. 11 psicólogos asistieron a heridos y familiares. El desplome del edificio aplastó cuatro coches de un depósito de la grúa y provocó destrozos en otra veintena.
Dos excavadoras y una enorme grúa trabajaron todo el día en el desescombro. A la explosión le siguió un incendio que llenó de humo y llamas el bloque siniestrado y los colindantes. Entre escombros y cristales rotos, los vecinos que salían a la calle, muchos en pijama, hallaron un paisaje dantesco.
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