Una historia de supervivencia
Un hombre salva una pierna con una novedosa técnica quirúrgica
José Luis Garrido, un biólogo jiennense de 30 años, cayó en verano de 2005 por un barranco en los montes del Bierzo, en León, mientras hacía un trabajo de campo para el departamento de Botánica de la Universidad de Santiago de Compostela. Iba solo y los equipos de rescate no lograron encontrarlo hasta tres días después. José Luis se tuvo que beber su propia orina, quedó al borde la extenuación y perdió la voz de tanto gritar. "Sólo veía alucinaciones, creo que sí pude sobrevivir tres días en una situación así fue porque hice caso a los instintos más primarios, como se comporta un animal", explica desde su habitación de la clínica Virgen del Consuelo de Valencia.
La Universidad de Santiago denunció la desaparición del biólogo, pero fue su familia la que, llegada desde Jaén, impulsó un dispositivo de búsqueda que dio resultado tres días después.
Al paciente le han trasplantado parte del peroné derecho en la tibia izquierda
Se rompió dos piernas y sufrió numerosos traumatismos por todo el cuerpo.
Empezó entonces un largo peregrinar de José Luis de hospital en hospital sometiéndose a numerosas intervenciones, pero sin éxito alguno. "Mi tibia estaba muerta, infectada, todo había fracasado y me dijeron que pensara en la amputación", comenta.
Pero hace poco más de un mes José Luis se enteró, leyendo EL PAÍS, de una nueva técnica quirúrgica pionera que había aplicado el doctor Pedro Cavadas, que implantó las dos manos a una mujer. José Luis contactó con él y el pasado día 19 fue intervenido por el doctor Cavadas, que le trasplantó una sección del peroné de su pierna derecha a la tibia de la pierna izquierda, la más afectada. Ayer se sometió a otra intervención para cubrir el injerto del hueso. "Estoy convencido de que voy a volver a andar", dice esperanzado José Luis, quien aún deberá permanecer algunos días en la clínica valenciana y, a partir de ahí, iniciar un largo procedo de rehabilitación.
También el doctor Cavadas ha dicho que el pronóstico es bueno, aunque se muestra prudente al tratarse de operaciones todavía excepcionales en España.
Lo que José Luis nunca imaginó es que, salvada la vida tras aquél fatal accidente, lo peor estaba todavía por llegar. Y no lo dice por el largo tratamiento médico que le ha tenido postrado en silla de ruedas desde entonces, sino por el trato inexplicable que dice haber recibido de la Universidad de Santiago de Compostela.
Según el biólogo, tras terminar su beca, otorgada por el Ministerio de Educación, la Universidad gallega le ofreció un contrato posdoctoral para prorrogar su investigación sobre ecología vegetal, pero ese contrato sólo fue verbal y nunca llegó a firmarse.
La Universidad esgrime, por tanto, que no tiene obligación alguna de indemnizarle, algo de lo que discrepa José Luis, que ha llevado a la Universidad de Santiago a un contencioso.
"Lo que hacía me gustaba mucho, pero es inadmisible que una Universidad pública se permita tener trabajando a una persona sin estar dada de alta y sin ningún seguro. Nunca pensé que me dejaran en la estacada", asegura decepcionado.
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