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Reportaje:

Tesoros del tiempo de la peste

El Museo de la Edad Media de París expone objetos cotidianos anteriores a 1347

En septiembre de 1347, una docena de barcos genoveses, procedentes de la península de Crimea y Constantinopla, amarran en el puerto de Mesina, en Sicilia. Parte de la marinería está enferma, otros tripulantes han muerto, los que parecen sanos desembarcan enseguida: la peste negra desembarca con ellos.

Las joyas y enseres fueron encontrados en Colmar en 1863 y en Erfurt en 1998
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Riqueza y muerte

Las autoridades de Mesina rechazan algunos de los navíos y acaban en el puerto de Marsella. Es una nueva puerta de entrada de una epidemia que en menos de cinco años acabará con un tercio de la población europea, entorno a 24 millones de personas. Sólo parecen a salvo quienes logran aislarse del resto del mundo, como aquellos que viven en zonas muy montañosas o muy frías o disponen de residencias protegidas, como los protagonistas de El Decamerón, de Bocaccio.

En la época -el bacilo no logrará aislarse hasta 1894- la explicación científica de la epidemia se buscaba en la Biblia. Y en ella se habla de epidemias que castigaron al pueblo de Egipto. En definitiva, Dios castigaba "los pecados del mundo". Nadie sabe entonces que los portadores de la enfermedad son las ratas y que son las pulgas las que la transmiten al hombre. La "corrupción del aire" o una "constelación celeste" parecen más culpables que el diminuto insecto. Los judíos sirven de chivo expiatorio: en Barcelona o Estrasburgo, en Erfurt o Marsella, en París o en Colmar se organizan matanzas de esos judíos a los que se les reprocha, además de su impotencia como médicos, el envenenar fuentes y pozos.

El museo de Cluny, en París, especializado en arte medieval, presenta ahora y hasta el 3 de septiembre, una exposición titulada Tesoros de la peste negra: Erfurt y Colmar. Se trata de colecciones de monedas, joyas, vajilla y otros objetos de vida cotidiana como cinturones, broches o vasos encontradas en las dos ciudades, en Colmar en 1863 y en Erfurt en 1998. Si los hallazgos están separados por 135 años, en cambio, su creación como tesoros es contemporánea, tal y como lo prueba la fecha de acuñación de las monedas. Y esa fecha coincide con la llegada de la peste a ambas ciudades.

A los propietarios de los tesoros los enterraron en los cimientos de sus casas. ¿Por qué? "Probablemente porque temían por su patrimonio y por sus vidas", explica Christine Descatoire, comisaria de la exposición. El miedo lo justifica el origen judío de los propietarios. "Los dos tesoros se encontraron en casas que estaban en el antiguo barrio judío. Pero eso no es suficiente porque en el siglo XIV muchos cristianos vivían en calles mayoritariamente judías. Lo que ya parece más definitivo es que en los dos casos encontramos anillos de nissuin (boda) típicamente judíos, en lo que figura escrito en hebreo mazel tov (buen augurio) y que tienen forma de casa o templo, es decir, evocan el templo de Jerusalén y la creación de un nuevo hogar".

Los dos tesoros tienen un gran interés porque son muy pocos los objetos profanos de esa época que han llegado hasta nosotros. "Las joyas de metal precioso a menudo fueron fundidas, ya sea para convertirlas en dinero líquido, ya sea para adaptarlas a la moda cambiante", dice Descatoire.

Algunas monedas son de naturaleza local pero otras eran aceptadas en lo que hoy son Alemania, Francia, Italia o España. "El tournoi es el euro de entonces". Otros objetos son prácticamente únicos en el mundo, como unas dobles copas o copas que se encajan la una dentro de la otra, con esmaltes. Sólo en Nuremberg se conserva otra idéntica. Un anillo con una luna y una estrella se encuentra en las dos ciudades. "En la iconografía judía es un tema recurrente, aunque no es exclusivo de ese mundo", precisa la comisaria de la exposición que, a través de objetos sencillos pero preciosos -un pequeño recipiente de plata destinado al perfume, unos bastoncillos, también de plata, pensados para la higiene de las orejas o los dientes, por ejemplo- nos restituye la vida cotidiana de un tiempo y unas familias que, muy probablemente, fueron destruidas por el fanatismo y el odio supuestamente religioso.

Colección de vasos que encajan unos dentro de otros.
Colección de vasos que encajan unos dentro de otros.
Cierre de un cinturón, a la izquierda; a la derecha, colgante con un pequeño recipiente para perfume y bastoncillos para higiene de oídos y quizás de dientes
Cierre de un cinturón, a la izquierda; a la derecha, colgante con un pequeño recipiente para perfume y bastoncillos para higiene de oídos y quizás de dientes
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