Detrás de la novela
A Muñoz Molina se le debe en la revista Zurgai uno de los retratos menos mitificadores y más veraces de un poeta y editor que ha conspirado toda su vida de cabeza hacia la leyenda, Pere Gimferrer. Lo menciono tan en primera fila porque a esa semblanza acudían las virtudes mayores de Muñoz Molina ahiladas, atenuadas de la solemnidad envarada que a veces ralentiza su prosa. Aquí no sucede nunca, y allí tampoco, quizá porque la retórica de la intimidad es muy tiránica y quizá también porque el periodo que abarca este precioso tomito (despiadadamente marcado a 16 euros) se corresponde con la primera escritura de El viento de la Luna, esta novela reciente que recobró vivo un pasado de adolescencia y desasosiego. Todo parece haber llevado a un registro de pequeñas cosas sin petulancia, con verdad sin estridencia y con algunas angustias desarmantes: la evocación del padre fallecido en la vida real y muy alto en la literatura, la memoria y el sueño o la vibración íntimamente ingrata de quien entrevista a un admiradísimo Philip Roth con la seguridad de serle desconocido. Es una brecha breve y sutil en el mundo moral del escritor que desayuna, descansa o trabaja, y lo es cuando la literatura intimida imprevistamente a la vida diaria y también cuando brilla feliz el asombro de ser uno mismo quien hace, "a pesar del miedo, de la incertidumbre y del desánimo, que los libros se vayan escribiendo, una palabra tras otra, una página tras otra".
DÍAS DE DIARIO
Antonio Muñoz Molina
Prólogo de Pere Gimferrer
Seix Barral. Barcelona, 2007
63 páginas. 16 euros
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