Retrato de un monstruo
"Hablar con propiedad" es la expresión castellana para designar un comentario sobre algo o alguien basado en un conocimiento amplio o, como mínimo, suficiente, y no en el rumor, el chisme o el estereotipo. De Osama Bin Laden se habla mucho en Occidente desde el 11-S, pero pocas veces con propiedad. Cierto es que, amén de promotor de una ideología totalitaria y una práctica terrorista absolutamente execrables, el saudí es un personaje secreto y huidizo. Pero precisamente por eso, cuando llegan a las librerías textos como este Osama de cerca, de Peter Bergen, los políticos, periodistas, universitarios, policías, jueces y, en general, los ciudadanos deberían abalanzarse sobre él.
OSAMA DE CERCA Una historia oral del líder de Al Qaeda
Peter Bergen
Traducción de G. Dols Gallardo
Debate. Barcelona, 2007
611 páginas. 23,90 euros
Bergen es un periodista norteamericano que entrevistó a Bin Laden en Afganistán en los años noventa y que ya había escrito artículos y libros muy pertinentes sobre esa red de redes terroristas que es Al Qaeda. Ahora consigue con Osama de cerca la biografía más completa y objetiva sobre el ominoso líder de la yihad mundial. El texto es un retrato coral del personaje a partir de decenas de testimonios cortos, intensos y relevantes de familiares y amigos de Bin Laden, yihadistas árabes y muyahidines afganos que le han conocido y periodistas y agentes secretos especializados en el individuo. Además, está muy bien escrito y estructurado, en la línea de esos grandes libros periodísticos que nos han ofrecido en las últimas décadas autores como Truman Capote, Tom Wolfe, Norman Mailer, Michael Herr, García Márquez o Ryiszard Kapusinski.
De la lectura de este libro se deducen una serie de hechos que contradicen los tópicos. La primera es que Bin Laden no está en guerra contra Estados Unidos y, en general, Occidente a causa del cine de Hollywood, el nudismo en las playas, la tolerancia con los homosexuales o el consumo de alcohol. No, el suyo es un combate político con métodos terroristas contra la actual presencia militar de Estados Unidos en países árabes y musulmanes: la península Arábiga, Irak, Afganistán. La segunda es que la ocupación israelí de los territorios palestinos forma parte desde el principio de las motivaciones del yihadismo internacional (véanse las declaraciones de guerra a "los judíos y los cruzados" de agosto de 1996 y febrero de 1998). La tercera es que Bin Laden y los suyos dieron vivas a Alá cuando Bush invadió Irak. Era, precisamente, lo que ellos estaban buscando. "Nuestro objetivo último con esos dolorosos golpes a la cabeza de la serpiente (el 11-S) era obligarla a salir de su madriguera", dice Sayf Adel, jefe militar de Al Qaeda.
"La guerra de Estados Unidos en Irak", escribe Bergen, "ha vigorizado a Al Qaeda, los grupos asociados a ella y los yihadistas afines de todo el mundo. Lo que ha sucedido es lo que Bin Laden no se hubiera atrevido a esperar ni en sus sueños más optimistas: Estados Unidos invadió una nación musulmana rica en petróleo en el corazón de Oriente Próximo, el tipo exacto de aventura imperial que Bin Laden lleva tiempo prediciendo como meta a largo plazo de los cruzados en la región".
También se desprende de es
ta biografía que los atentados del 11-M en Madrid forman parte plenamente de modus operandi -"descentralización en la ejecución"- de Al Qaeda. A causa de su participación en la guerra de Irak, Bin Laden, en octubre de 2003, añadió explícitamente España a la lista de objetivos del yihadismo. Como en tantas otras ocasiones antes y después, ni él ni sus más directos colaboradores se encargaron de los detalles. Los grupos locales de la hidra Al Qaeda son libres de escoger las fechas, los blancos y los métodos de sus acciones terroristas.
Bergen desmiente que Bin Laden fuera en los años ochenta -cuando combatía junto a los muyahidines contra la invasión soviética de Afganistán- un agente o colaborador de la CIA. La realidad es más compleja. Bin Laden, según Bergen, es el monstruo de Frankenstein de la política estadounidense (e israelí) en el mundo árabe y musulmán, lo cual es igualmente atroz. Por lo demás, este monstruo, como los demás, es humano. Bin Laden es un hombre tranquilo, educado, respetuoso con sus esposas, cariñoso con los niños, al que le gusta el fútbol... Escondido ahora en alguna zona tribal de la larga frontera entre Afganistán y Pakistán, se beneficia tanto de su gran popularidad en esa región (popularidad compartida por amplios sectores del mundo islámico) como de sus extraordinarias austeridad y capacidad para el sacrificio.
El autor cree que, antes o después, Bin Laden será capturado. Muerto, con bastante probabilidad, porque sus guardaespaldas tienen orden de acabar con él si está a punto de ser hecho prisionero. "El martirio antes que el cautiverio", le dijo una vez a su fiel Abu Yandal. Pero su cruel legado perdurará años y hasta décadas, según Bergen. El yihadismo sólo podrá ser erradicado si ocurren un montón de cosas que ahora parecen altamente improbables: entre otras, la retirada de las fuerzas norteamericanas de Oriente Próximo, la creación de un Estado palestino y un progreso sensible -y de origen interno- hacia la democracia y el desarrollo con justicia social en el universo islámico.
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