La frontera entre genialidad y locura
"El genio no es un enfermo mental, pero, en caso de serlo, sabe aprovechar sus brotes para crear cosas fantásticas"
Demócrito se quitó la vista para poder pensar con mayor lucidez y crear la teoría sobre la estructura del átomo. Fue tachado de loco. En el cerebro de Albert Einstein había anomalías estructurales en el lóbulo izquierdo que podrían estar relacionadas con la genialidad del creador de la teoría de la relatividad. El poeta Antonin Artaud, que sufría trastorno bipolar, dirigió el laboratorio de experimentación de los surrealistas, empeñados en desentrañar y aprovechar al máximo los mecanismos del cerebro y de la locura -Dalí y su método paranoico-crítico es uno de sus exponentes-. Son bien conocidos los trastornos mentales del genial pintor Vicent Van Gogh, del matemático John Nash -que inspiró la película Una mente maravillosa- y del compositor Robert Schumann.
Son muchos los ejemplos de genios cuyo cerebro muestra características diferentes al resto de los mortales, y que incluso han tocado la locura. Así pues, ¿dónde está la frontera entre genialidad y enfermedad? A esta pregunta intentaron dar respuesta Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana de la Universidad Complutense de Madrid, y Vicenç Altaió, escritor, traficante de ideas y director del KRTU, organismo dependiente de la Administración catalana para promover la creación artística, como ponentes del debate ¿Genialidad o enfermedad, dónde está la frontera?, que el martes organizaron el Aula EL PAÍS y la Dirección de Promoción de la Cultura Científica del Instituto de Cultura de Barcelona dentro de las actividades del programa Barcelona Ciencia 2007.
Ni todos los genios están locos, ni todos los locos son genios, coincidieron los dos ponentes. Según Mora, "el genio es una persona con extraordinarias capacidades, focalizadas en alguna materia, y con capacidad para alumbrar ideas abstractas nuevas y expresarlas, es decir, de crear". Mora puntualizó que existen personas con buenas ideas, aunque no serían considerados como genios: "el genioide es el que puede concebir ideas, pero no puede expresarlas. El talento lo tiene el que puede acabar creando".
En cuanto al mito sobre la relación entre genialidad y enfermedad mental, Mora dejó claro: "el genio no es un enfermo, hay de todo, aunque es cierto que en el caso de existir enfermedad, sabe aprovechar sus brotes de locura para crear cosas fantásticas". Esta tesis viene apoyada por estudios que han permitido ver que "las facultades creadoras ya existen antes de manifestarse la enfermedad".
Vicenç Altaió incidió también en que otro tipo de enfermedades físicas también pueden dar otra percepción del mundo y puso un ejemplo. "Proust, debido a la alergia que tuvo de niño [síndrome de EPOC], nunca más pudo llevar una vida normal. Se dice que su genialidad se debe a su necesidad de recrear algo que él nunca más podría sentir". Incluso algunas extravagancias, como la de Demócrito a la hora de cegarse, pueden tener su explicación: "Hay que cerrar los ojos para ver el átomo en abstracto".
Según Francisco Mora, existe una base genética del genio, aunque se ha investigado poco. Del mismo modo, el ambiente es fundamental: "En la selva, aislados, un Mozart o un Einstein hubiesen sido como chimpancés. Hay que tener en cuenta que el 75% de nuestro cerebro se hace con el ambiente". La creatividad está asociada también con el conflicto emocional. "La insatisfacción es lo que empuja al genio a crear, y eso tiene un fundamento neurológico", explicó Mora. Vicenç Altaió observó que en catalán hay dos palabras diferentes para la locura, foll y boig, "algo muy acertado, porque foll afectaría a la psicopatología del alma, y boig sería el enfermo mental". A juicio de Altaió, el interés por el cerebro desde el punto de vista creativo se debe a que cada época lleva su prótesis corporal: "El siglo XX-XXI está en el cerebro, igual que el romanticismo estuvo en el corazón".
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