El abogado de las preguntas exóticas
En el juicio del 11-M hay abogados que preguntan lo esperado y otros que se descuelgan con lo imprevisible. Entre estos últimos se cuenta el griego Andreas Chalaris, el encargado de defender a Rachid Aglif, El conejo. Este letrado no es ningún novato: se ocupó de la defensa, entre otros, de su compatriota Apostolos Mangouras, el capitán del Prestige.
Chalaris goza de predicamento entre sus colegas: a veces da en la tecla que nadie se preocupó de pulsar. Pero en otras ocasiones, sus preguntas son excesivamente exóticas, a juicio del presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, que se las corta de raíz.
Un día, un policía adiestrador de perros olfateadores de explosivos explicó que el animal que utilizó en el 11-M había muerto años después.
Chalaris le preguntó:
-¿Murió de una explosión mientras trabajaba?
-No, murió de muerte natural, le respondió el policía, con la voz compungida.
Ayer, antes de que comparecieran los etarras, declaró un comisario de la policía científica. Se le preguntó sobre los análisis de bombas, sobre restos de explosivos, sobre maneras de identificar los cadáveres en la improvisada morgue del Ifema la madrugada del viernes 12 de marzo...
Analizar la ropa
Chalaris tenía su propia duda:
-¿Analizaron científicamente la ropa del GEO Javier Torronteras? [el policía que murió como consecuencia de la explosión de los suicidas de Leganés]
El policía hizo un gesto de estupefacción y respondió con otra pregunta:
-¿Y para qué queríamos hacer un análisis de su ropa? Era un trabajo para los forenses... No entiendo por qué deberíamos...
-Pues para..., comenzó a justificarse Chalaris.
-Basta, zanjó el juez; sólo bastaría que tuviéramos ahora que discutir sobre esto. No ha lugar a la pregunta.
Pasaron los minutos. Se sucedieron varios testigos del día. Llegó el turno de que declararan los tres etarras. La sala se removió en sus asientos mientras enmudecía.
Chalaris, fiel a su estilo, hizo dos preguntas al etarra Irkus Vadillo. La primera:
- ¿Condena usted el atentado del 11-M?
El juez Gómez Bermúdez se adelantó a la posible respuesta.
-No ha lugar.
Y entonces el abogado griego preguntó algo muy simple. Algo nada exótico. Y esta vez el juez dejó al otro que respondiera:
-¿Tuvo usted algo que ver con este atentado?
-Que no, que ya lo he dicho: que no.
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