Lo barato ya sale caro
El espectacular incremento que los depósitos a plazo están registrando desde hace ya casi un año encuentra una explicación clara en los tipos de interés, y en última instancia en los depositantes, que reaccionan de forma relativamente inmediata a los mismos.
En este contexto subyace la relación que existe entre los dos destinos más populares del ahorro financiero: depósitos y fondos de inversión. Los depósitos a la vista y los depósitos a plazo mantienen una relación inversa, de tal manera que cuando los primeros crecen de forma más acusada, los segundos moderan su tasa de crecimiento, y a la inversa. Además, estos últimos mantienen una relación inversa con los fondos de inversión, algo evidente en estos últimos meses, en los que se observa cómo, conforme el volumen de reembolsos sobre suscripciones es cada vez mayor, el saldo destinado a depósitos a plazo también es mayor. Todo ello descansa, por una parte, en las desastrosas rentabilidades obtenidas por los fondos de inversión en el último periodo, y, por otra, en el proceso de traslación de los movimientos de tipos de interés a la remuneración de los depósitos.
Hay muchas ofertas de cuentas remuneradas, lo que antes era barato para las entidades parece que ha dejado de serlo
La experiencia nos demuestra que en periodos alcistas las entidades tienen mayor incentivo a lanzar depósitos a plazo con remuneraciones atractivas para el depositante, a lo que éste responde favorablemente, mientras que la entidad se asegura el disponer de una fuente de financiación estable en el tiempo y relativamente barata con relación a otras alternativas, como las emisiones de valores.
Por lo que respecta a los depósitos a la vista, su remuneración, en caso de haberla, responde de forma más inmediata a bajadas de tipos de interés que a subidas, pues en este caso no existe un premio por mantener los saldos en el tiempo. Sin embargo, en los últimos meses, fruto de la presión competitiva, han surgido numerosas ofertas de cuentas corrientes remuneradas, con lo que lo que tradicionalmente era barato para las entidades parece que ha dejado de serlo.
Gloria Hervás y Francisco J. Valero son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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