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Reportaje:La movilidad en Madrid

Durmiendo en la butaca de la concejal

Siete miembros de la Plataforma Antiparquímetros del barrio del Pilar pasan la noche en el salón de plenos de la Junta de Distrito de Fuencarral, vigilados por la Policía Municipal

José Cruz, dueño de una droguería del barrio del Pilar, durmió la noche del jueves "hecho un ocho" en la butaca de la concejal de Fuencarral-El Pardo Paloma García (PP). No estaba solo. Otros seis compañeros suyos de la Plataforma Antiparquímetros del distrito se acurrucaban en los rígidos asientos que forman el óvalo del salón de plenos. Varios policías, al menos uno por cada puerta, han vigilado su sueño hasta las siete de la mañana. A las doce del mediodía de ayer, vitoreados por 20 incondicionales del movimiento -incluida la enorme marioneta que representa al alcalde, Ruiz-Gallardón, como si fuera un vampiro-, han abandonado su encierro.

"Hemos dejado tres jarras y media llenas de pis", cuenta uno de los cabecillas

Para entonces ya llevaban horas en pie. Los agentes los despertaron a las siete de la mañana para pedirles sus datos. Un poco después les ha dado los buenos días uno de los empleados de la junta, que les ha ofrecido muy amablemente un café de máquina. Decisión corregida y aumentada por la concejal, que ha subido la oferta a café, "pero del bar de enfrente y una bolsa de churros". La protesta, que hoy proseguirá con una manifestación en la calle de Ponferrada a la que asistirá el humorista Pepe Viyuela, no sólo reivindicaba la retirada de los parquímetros. También era "en solidaridad con los vecinos encausados". Algunos miembros de la plataforma afrontan multas de más de 600 euros por estropear las máquinas del estacionamiento regulado.

"Tenían miedo de que nos hubiésemos hecho de vientre, pero nos hemos aguantado con mucho esfuerzo toda la noche", explica Cruz, aún frotándose el cuello "por el dolor de cervicales".

No pudieron salir al baño entre las siete de la tarde del jueves -cuando interrumpieron el pleno y okuparon la sala de juntas- y la mañana del viernes. "Hemos dejado tres jarras y media llenas de pis", cuenta con la satisfacción del deber cumplido Jesús Otero, uno de los más activos cabecillas del grupo.

En cualquier caso no habían comido mucho. "Unos bocadillos que nos pasaron por el ventanuco". Hasta las doce de la noche las ventanas traseras del edificio no estaban vigiladas. Después, un agente pasó toda la noche impidiendo el único modo de comunicación entre los encerrados y el mundo exterior. En la tarea, el policía encargado del tragaluz que da al jardincillo trasero del edificio impidió que un muchacho entregase una pizza a los amotinados. Además, según relata Otero, "le tomaron sus datos para multarle por haber pisado el césped".

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Amador Campa, propietario de un taller mecánico, no abrió ayer el negocio. Había pasado mala noche. "Y eso que éstos no roncan demasiado, sólo lo normal", recuerda. En vista de la dificultad para dormir se entretuvo jugando a las cartas casi hasta el amanecer. "Ahora, a ducharse", revela Campa el destino inmediato de los siete "héroes" de la plataforma que tras un año amagando con pasar una noche en "casa de la concejal", al fin han cumplido.

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