Teatro del yo
A través de cuidadas escenificaciones, el artista alemán Jürgen Klauke (1943) sigue desarrollando su visión crítica, y un tanto ácida, sobre la condición humana. Él forma parte de una asentada corriente en la fotografía alemana que ha tenido menos visibilidad y proyección de la que merece, debido en buena medida al enorme éxito de la escuela de Bernd y Hilla Becher. Nombres como los de Anna y Bernhard Blume, Katharina Sieverding, Thomas Florschuetz, Astrid Klein o Dieter Appelt, entre otros, configuran, junto a Klauke, un grupo realmente interesante en torno a la fotografía construida o escenificada, con prácticas híbridas muy ligadas a la pintura, la performance o el body art. Estos artistas tienden a incorporar en sus obras una fuerte carga autorreflexiva, tanto sobre el propio medio como sobre la cuestión de la identidad.
JÜRGEN KLAUKE
Galería Helga de Alvear
Doctor Fourquet, 12. Madrid
Hasta el 12 de mayo
Desde los años setenta, Klauke ha ido construyendo un denso discurso sobre el género, la sexualidad, la identidad y las relaciones humanas y sociales, tomando como base fundamental para sus imágenes la escenificación de su propio cuerpo. Estas constantes se mantienen perfectamente visibles en las obras presentadas en esta exposición, pero sometidas a una interesante actualización. Se pueden ver dos series de fotografías, Aesthetische Paranoia y Wackelkontakt. Las nueve fotografías de la primera muestran al artista con un sencillo y unificador traje negro, sentado o tumbado sobre un colchón blanco y con el rostro cubierto por una inmensa peluca. El estilo austero que caracteriza a Klauke se ha ido intensificando hasta derivar hacia un cierto tipo de grafismo y esquematismo en la puesta en escena. Lo performativo se ha transformado en teatral, convirtiendo el espacio fotográfico en un escenario mínimo, en el que se representa la angustia y la incomunicación del individuo, aquí despojado de identidad. Destaca en este sentido el díptico que sirve de núcleo de esta exposición, una doble imagen del personaje sentado en el colchón, de frente y de espaldas, que traduce perfectamente la inestabilidad y la ambigüedad del concepto de identidad en la sociedad actual.
La incomunicación y la perturbación de las relaciones humanas son abordadas también en Wackelkontakt, un tríptico de gran formato en el que un juego de enchufes sin conexión y una serie de cables cortados o en tenso movimiento se convierten en el símbolo de un conflicto existencial.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.