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Vecinos de los niños prostituidos por sus padres denunciaron cinco veces los hechos

Relatos escalofriantes en el juicio por corrupción de menores que se celebra en Madrid

El juicio contra el hombre de 77 años y el matrimonio acusado de prostituir a sus hijos, disminuidos psíquicos, está deparando relatos sobrecogedores. El juicio que se sigue en la Audiencia de Madrid ha destapado que vecinos del municipio madrileño en el que vive esta familia presentaron denuncias ante la policía municipal exponiendo sus sospechas sobre la existencia de prácticas pederastas en casa del hombre de 77 años. Pero en lugar de abrir una investigación y elevar inmediatamente los hechos al juez, el Ayuntamiento se limitó a enviar las denuncias -un total de cinco- a los servicios sociales, donde meses después fueron detectadas las graves agresiones sexuales.

Tras tener conocimiento de las denuncias vecinales -para lo que transcurrieron unos ocho meses-, los servicios sociales retiraron de los padres a los menores, según asistentes a la vista. Inicialmente, les dejaban volver a casa con sus padres los fines de semana. Pero con el tiempo notaron que los niños se mostraban reacios a estar con los padres. Casi enfermaban cuando llegaba el fin de semana. Ante esta situación, los cuidadores optaron porque fueran los padres quienes les visitasen, pero esto también incomodaba a los niños. Tanto el nombre del pueblo como los de los acusados y sus víctimas se mantienen ocultos para preservar a los niños.

En una visita de los padres, un educador del centro observó al progenitor reprendiendo a los niños para que no contasen nada a los psicólogos. El centro prohibió entonces las visitas. Cuando los niños se sintieron libres, contaron las fechorías sexuales a la que, supuestamente, habían sido sometidos. Fue cuando el centro alertó a la Guardia Civil y al juez. Fuentes jurídicas se extrañan de que el juez no acordase entonces ninguna medida de privación de libertad, al menos contra el padre (la madre también sufre una disminución psíquica).

Los menores -un chico y una chica de 11 y 14 años- han declarado al tribunal, a través de videoconferencia, que sus padres, de acuerdo con el vecino de 77 años, les forzaron a realizar prácticas sexuales aberrantes -por ejemplo, el llamado tren sexual-. En ellas intervenían los niños, sus padres y el vecino, que ofrecía dinero a los padres.

Éste ha negado haber abusado de los hermanos y asegura que son las niñas de su pueblo las que se lanzan sobre él en la calle. Incluso quiso bajarse ante el tribunal los pantalones para demostrar que él es incapaz de hacer nada porque su pene "es muy pequeño" y no tiene erecciones. El tribunal lo consideró improcedente. El juicio se está celebrando desde el martes, a puerta cerrada. En el banquillo se sienta los padres de los niños y el vecino. Todos ellos se enfrentan a un total de 63 años de cárcel por delitos de agresión sexual y corrupción de menores.

Orgías con los niños

El escrito de acusación del fiscal es escalofriante. Detalla cómo el vecino de 77 años atraía a su casa con regalos o dinero a niños del pueblo -entre ellos, los citados hermanos-, les mostraba "películas pornográficas" y les hacía tocamientos, "llegando incluso a la penetración". Todo esto sucedió entre los años 2002 y 2004. También destaca que este vecino, en connivencia con el matrimonio, hizo orgías con los niños en su propia casa y en la de los padres en las que participaban todos con todos. En el juicio, la madre ha rechazado declarar. No así el padre, que ha negado su intervención en esas prácticas sexuales. Afirma que todo son invenciones de los niños.

El vecino de 77 años fue más expresivo. Señaló que todo es mentira y dejó entrever que la víctima es él. Los niños han reiterado en el juicio las conductas sexuales a las que fueron sometidos. Incluso han dicho que el padre les llevó en alguna ocasión a la Casa de Campo de Madrid y que mantuvo relaciones sexuales con prostitutas delante de ellos para enseñarles cómo se hace y animarles a ellos a hacerlo.

El tribunal ha evitado que los menores se crucen con sus padres en los pasillos de la Audiencia (los psicólogos lo habían desaconsejado). Ambos testificaron desde una sala aparte, a través de videoconferencia: se vio necesario que comparecieran.

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