La catarsis
"Creo que necesitamos 20 minutos de descanso", dijo el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, a las 17.23 de la tarde, cuarenta y ocho minutos después de que seis víctimas revivieran en silencio sepulcral el clima de la terrible matanza del 11-M con todos los acusados excepto uno, José Emilio Suárez Trashorras, sin cuya colaboración hubiera sido muy difícil ejecutar el atentado, mirando al suelo en su pecera blindada. "Aun cuando se supone que no tiene cabida en un juicio, la emoción se apoderó de la sala", recordó más tarde la fiscal Olga Sánchez, quien tuvo que hacer esfuerzos para evitar que, como a muchos, se le escaparan las lágrimas. "Fue puro sentimiento, a mí me devolvió a la mañana del 11-M en Atocha. Una no tiene que compartir o suscribir lo que solicitan, se trata de comprenderlo. Nosotros somos los técnicos, pero podemos y debemos entenderles. Y sobre todo cobrar conciencia y hacer lo necesario, lo que haga falta, para que no se repita", añadió.
Los seis testigos han relatado su viaje al infierno en una sala en la cual todavía estaban presentes las palabras pronunciadas por Imad Eddin Barakat Yarkas, Abu Dahdah, el ciudadano sirio condenado a 12 años de prisión como dirigente de la célula española de Al Qaeda. Este hombre, ya en la cárcel cuando tuvo lugar la matanza, solicitó declarar después ante el juez Baltasar Garzón. La fiscal le preguntó por qué razón pidió esa comparecencia ya que Garzón no era el juez instructor del 11-M. Abu Dahdah explicó que le dijo al juez que para él eran "inadmisibles" los atentados aunque, al tiempo, advirtió que "no le extrañaba, por la guerra de Irak, porque en nuestra cultura el abuso genera odio".
Añadió que "pueden hacerlo sectas con un entendimiento del islam como venganza, pero la nación musulmana lo rechaza... No se puede matar a mujeres, ancianos y niños" y apuntó que sólo musulmanes "bajo la doctrina Takfir"
[violento grupo salafista nacido durante los años sesenta del siglo pasado en Egipto] podían haber cometido la masacre.
Javier Gómez Bermúdez no tenía dudas de que el testimonio de Abu Dahdah era un mero trámite que difícilmente aportaría algún dato relevante. Porque el actual presidente del tribunal del 11-M ya presidió el juicio contra la célula española de Al Qaeda dirigida por Abu Dahdah. Tanto la presencia de Gómez Bermúdez como del magistrado Alfonso Guevara en este tribunal tiene importantes ventajas. El primero conoce los entresijos del terrorismo islamista y además ha participado en el juicio contra miembros de ETA por el atentado en la estación Chamartín del 24 de diciembre de 2003. El segundo presidió y fue ponente del tribunal sobre el intento de atentado de ETA, frustrado en Cañaveras, el 29 de febrero de 2004. Cuando oyen hablar de la relación islamistas-ETA y escuchan historietas sobre el modus operandi de unos y otros grupos terroristas suelen llevarse las manos a la cabeza.
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