Malos humos
España no sólo tiene minas de producción obsoleta y poco rentable, sino que, a veces, se les escapan unos humos contraindicados para el consumo humano. Es el caso de la mina de carbón María Luisa de Langreo (Asturias), cuyo poder contaminador se une a otro de emanaciones indeseables en una refinería de Cepsa, en San Roque (Cádiz).
Un incendio en uno de los pozos de la mina asturiana, que ha sido contenido pero seguirá ardiendo durante días, ha arrojado a la atmósfera volúmenes suficientes de monóxido de carbono como para hacer aconsejable la evacuación a otros aires de 740 residentes de la zona, entre ellos seis ancianos, que son los únicos que recibieron atención médica. A las pocas horas de declarado el siniestro, su descarga mefítica en la atmósfera era insignificante, pero las autoridades hicieron bien en despejar la zona.
En Andalucía, la Junta ha exigido a la empresa que tome medidas para que no se repita una fuga de azufre que, aunque tampoco puso en peligro la vida de nadie, se convirtió al menos durante unas horas en el vecino más maloliente de la localidad.
La conciencia verde española está hoy en desventaja con respecto a otros países europeos que sienten una devoción por la naturaleza con la que aquí sólo podría competir la Champions League; corre, a golpe de estos sustos, hacia su mayoría de edad.
Técnicos de la Unidad de Vigilancia Medioambiental de la Junta detectaron con medidores automáticos picos de emisión que nunca rebasaron los máximos asumibles que fija la UE. Pero bien está alarmarse cuando aún no ocurre nada, para que luego no haya que lamentarlo todo. En Langreo y San Roque prevenir fue la mejor de las curaciones.
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