Baroja preside ya la Cuesta de Moyano
La calle de los libreros encara la última fase de su reforma, que les permitirá regresar a sus casetas desde el Prado
Pío Baroja, quien inmortalizara en sus novelas la vida madrileña, presidirá el laborar de los libreros de la Cuesta de Claudio Moyano. A ella regresarán entre el lunes y el martes tras una estadía forzada en el Paseo del Prado desde octubre de 2004, a donde fueron desplazados por la construcción bajo la cuesta de una subestación eléctrica. Al concluir ésta, comenzó una remodelación del más típico eje cultural de Madrid que ahora se halla a punto de culminar.
Las obras se despliegan entre la calle de Alfonso XII y el arranque del Paseo del Prado.
Según Francisco Panadero, responsable de proyectos del Ayuntamiento de Madrid, "las obras
avanzan a buen ritmo". Muestran completada ya su peatonalización, al quedar suprimida la vía asfaltada que discurría entre sus aceras, ahora unidas por una única solera de granito gallego que uniformizará el paseo. Vallado aún al público el recinto en obras y con la fecha del próximo jueves como referencia para su inauguración por el alcalde, lo más visible para los numerosos visitantes que se asoman a verlo resultan ser las farolas, diseñadas por Álvaro Siza, de ancha catenaria, en acero inoxidable brillante y con forma de T, que jalonan el paseo. La remodelación ha respetado a grandes rasgos las isletas de terrizo situadas en su confín contiguo al Paseo del Prado, arboladas con olivos. Se han transplantado además castaños de indias maduros.
Esta Cuesta, dedicada a Claudio Moyano, pionero de las transformaciones didácticas de comienzos del siglo XX, declina desde el parque del Retiro hacia la glorieta de Atocha con un desnivel de unos 20 metros, a lo largo de una rampa, levemente torsionada en su parte más baja, de unos 250 metros que discurre entre las tapias del Jardín Botánico y la verja de forja del Ministerio de Agricultura.
Las obras obligaron a desplazar, en otoño de 2004, desde la Cuesta de Moyano hasta el paseo del Prado y a ambos lados de la Puerta de Carlos III, las tradicionales casetas de libreros que jalonaban desde 1925, con algunas interrupciones, este enclave característico del Madrid más típico. En el remate de la Cuesta, frente al parque del Retiro, acaba de ser instalada la estatua del escritor vasco Pío Baroja, esculpida en bronce por el escultor Federico Coullaut-Valera. Desde 1980 y hasta hace apenas unos días, la efigie en bronce del médico y escritor donostiarra (San Sebastián, 1872-Madrid, 1956), con dos metros de altura más una peana pétrea de Chicharro Bravo, se encontraba situada en el confín del parque del Retiro, en la Puerta del Ángel Caído, que mira hacia la calle de Alfonso XII. Esta cancela, con la que la Cuesta de Moyano también comunica, da acceso a unas dependencias del Ministerio de Fomento, al Instituto Isabel la Católica y al Observatorio Astronómico de Juan de Villanueva, una de las joyas del neoclasicismo en Madrid, que corona el cercano Cerrillo de San Blas. La primera actuación de Álvaro Siza decidió incluir en su proyecto esta encrucijada axial.
El aceleramiento experimentado en los últimos días por las obras de la remodelación externa de Moyano contrasta con el año y medio de retraso sufrido por las obras subterráneas de instalación de una subestación eléctrica de Unión Fenosa.
Dos transformadores de 180.000 megavoltio amperios de potencia, trocarán una tensión entrante de 220.000 voltios en otra saliente de 15.000 voltios.
La nueva instalación, concluida en el invierno de 2006, incluyó la construcción de tres grandes depósitos de aceites minerales, de más de 120 toneladas de capacidad cada uno, para la refrigeración de los transformadores.
El empleo de procedimientos refrigerantes de este tipo ha sido impugnado por la organización Ecologistas en Acción, que lo califica de contaminante y esgrime para denunciarlos la prohibición de su empleo anunciada por la normativa europea a partir del año 2010. La nueva subestación es alternativa a la de Mediodía, de lacalle de Almadén, al otro lado del paseo del Prado, que se incendió el 15 de julio 2004 y que causó una fumata de más de un kilómetro de altura.
Varios desencuentros han salpicado el encoframiento de la subestación eléctrica por sucesivos retrasos, que crisparon a los libreros. Algunos de ellos se quejaban de que en el emplazamiento provisional que ocuparon mientras culminaban las obras de la estación eléctrica, el público circulaba sin la tranquilidad necesaria para materializar una compra. "Se limitan a ojear y a marcharse, mientras en el emplazamiento de siempre, el grado de intimidad entre el lector, el libro y el librero dotaba a la cuesta de Moyano de todo su encanto y de mejores resultados comerciales", dice uno de los vendedores consultados, que prefiera mantener el anonimato.
Durante el tiempo que duró la construcción de la subestación eléctrica, varios transformadores móviles permanecieron instalados frente a la Puerta de Carlos III del Botánico. Su incesante ronroneoahuyentaba la clientela. Las casetas provisionales instaladas en el Paseo del Prado han sufrido reiteradas visitas de grafiteros. Algunos vecinos consideraron peligrosa la cercanía de un ingenio eléctrico tan potente a un bosque como el Botánico.
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