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Penas de 39 años de cárcel para un conductor que arrolló a 34 personas en Oviedo

El condenado cumplirá un máximo de siete años y medio, el triple de la pena más alta

El conductor que en la madrugada del 9 de noviembre de 2002 arrolló con su vehículo en una calle peatonal y de copas del casco histórico de Oviedo a 34 personas, que resultaron heridas de diversa consideración, fue condenado ayer por el Juzgado de lo Penal número 2 de Oviedo, a penas que suman 39 años y seis meses de cárcel por 17 delitos de lesiones, 14 faltas de lesiones y un delito de conducción temeraria. El condenado cumplirá un máximo de siete años y medio de cárcel, equivalentes al triple de la pena más alta. La fiscalía estudiará si recurre el fallo para solicitar una condena más dura.

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El procesado, Nino José R. N., de 34 años, arquitecto, natural de Venezuela, aunque con doble nacionalidad, y afincado en Gijón, estaba en prisión preventiva desde el 13 de febrero, tras apreciar el tribunal riesgo de fuga. El encausado se verá privado además del carné de conducir durante ocho años y deberá afrontar el pago de sendas sanciones por un importe de 3.960 euros. También tendrá que indemnizar con 25.640 euros más intereses al único de los 34 heridos que no llegó a un acuerdo económico previo con la aseguradora del vehículo.

El histórico fallo, uno de los más altos por delitos de tráfico, considera probado que el acusado, que había consumido dos tequilas y cinco combinados de ron, y que se había involucrado en "una discusión localista entre Oviedo y Gijón", durante la que profirió expresiones como "¡Puta Oviedo!", "¡Sois todos unos hijos de puta!" y "¡Os voy a matar a todos!", huyó del altercado, se introdujo en su coche con sus acompañantes y emprendió la huida del lugar internándose, a una velocidad "estrepitosamente elevada" (50 por hora) por una calle vedada al tráfico, "perfectamente señalizada", muy concurrida y "sin alertar a los viandantes mediante las señales acústicas ni luminosas" de su presencia.

El fallo narra que el vehículo conducido por el ahora condenado fue arrollando a cuantos peatones encontró a su paso, mientras que otros lograron esquivarlo. Según la sentencia, el coche continuó su marcha por otras calles peatonales de Oviedo hasta salir a la autopista A-66, por la que se dirigió a Gijón a una velocidad media de 120 kilómetros por hora. En su huida, colisionó con un taxi, que se sumó a la persecución junto con varios coches policiales.

Los agentes de la Policía Local de Gijón que lograron interceptar el vehículo en este municipio testimoniaron que el conductor se encontraba en el momento de su detención bajo los efectos del alcohol y que en el control de alcoholemia al que fue sometido se le constataron niveles de 0,61 y 0,59 gramos de alcohol por litro de sangre.

El fallo, que aprecia la atenuante de alcoholemia, condena al automovilista a dos años y seis meses de prisión por cada uno de cinco delitos de lesiones, dos años y tres meses por cada uno de otros dos delitos de la misma naturaleza, dos años por cada una de otros 10 delitos análogos, y a dos años de prisión y sanción económica por conducción temeraria, y a otras sanciones por 14 faltas de lesiones.

Pánico y desconocimiento

La fiscal, Adoración Peñín, había solicitado para el acusado, en sus conclusiones finales, la pena de dos años y seis meses de prisión por conducción temeraria y tres años de cárcel por cada uno de 18 delitos de lesiones, así como la prohibición durante 10 años de la conducción de cualquier vehículo de motor.

La defensa del acusado pidió la absolución argumentando que el acusado no tenía intención de atropellar a las personas que se encontraban en la calle y al afirmar que su defendido actuó impelido por el pánico tras haberse visto envuelto en el altercado, atenazado por el miedo, y que se internó por la calle peatonalizada por desconocimiento de las características de la zona.

El tribunal ha solicitado que se incoen diligencias por un posible delito de falso testimonio durante la vista oral contra las tres personas que acompañaban en el vehículo al ahora condenado y que prestaron declaración como testigos durante el juicio.

El fiscal especial de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, destacó ayer el efecto pedagógico de la sentencia, que cumple "la misión de disuadir al condenado y al resto de los conductores de que incidan en conductas peligrosas para la seguridad vial". También anunció que estudiará la sentencia con la fiscal y el fiscal jefe de Asturias, Gerardo Herrero. "Quizás podamos recurrirla para que haya más pena", subrayó.

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