Marcianos y ladrones con clase

Comencemos con una herejía cinematográfica que sacará de quicio a los aficionados más revenidos: George Clooney es el Cary Grant del siglo XXI. Por suerte, Clooney está de vuelta de todo. Listo, honesto, amante del buen cine y del baloncesto, director de gusto, a este creador le llegó la fama muy tarde, en 1994 y con 33 años, gracias a Urgencias, tras haber grabado innumerables capítulos piloto de series que no fueron a ningún lado y pequeños papeles. Por eso, este hijo de un presentador de televisión y político, sobrino de una gran cantante de jazz y primo de un actor venido a menos, Miguel Ferrer, parecía destinado al rol de oveja negra de la familia. Urgencias le sacó del pozo y Clooney ha sabido cimentar su carrera en certeras decisiones artísticas (Buenas noches, y buena suerte) y estupendas elecciones en los taquillazos (exceptuando Batman & Robin: todo buen escribano hace un borrón).

Así surgió en 2001 Ocean's eleven, un remake de aventuras urbanas, un cóctel armoniosamente combinado de diversión, thriller, guapos y guapas, megarreparto con gancho y buen gusto. El filme original, el que protagonizaron en 1960 los gamberros del rat pack (Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford, Sammy Davis Jr. y Joey Bishop), transpiraba glamour y robos a casinos. La versión que dirigió en 2001 Steven Soderbergh recuerda al original en los nombres del personaje protagonista -Danny Ocean-, la localización (las más increíbles salas de juego de Las Vegas), el glamour, la elegancia y en el cachondeo y buen rollo que rodea al reparto: además de Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Elliot Gould, Don Cheadle, Julia Roberts, Andy García, Carl Reiner... De este trabajo surgió una fructífera relación entre Clooney y Soderbergh: crearon la exitosa productora Section Eight Productions, empresa que hace escasas semanas decidieron cerrar.

Gould y Clooney no fueron los únicos viejos amigos que se reencontraron en Ocean's eleven. El doctor Doug de Urgencias pasó cinco pruebas antes de ser derrotado por Brad Pitt para el personaje de J. D. en Thelma y Louise (entre ambos sólo se llevan dos años y medio de diferencia); desde entonces han rivalizado entre risas por el título de hombre más sexy del año.

Para los amantes del filme clásico, dos cameos, los de Angie Dickinson y Henry Silva en el combate de boxeo; para los padrinólogos, una pista: los hermanos Virgil y Turk se llaman así por el personaje Virgil El turco Sollozo; para los cinéfilos, un homenaje: la secuencia final imita a la de Elegidos para la gloria, y por eso se oye el mismo tema musical, Claire de Lune; para los fans de Elvis, una canción, A little less conversation, seleccionada en detrimento de Viva Las Vegas por la obviedad del título; para todos, doble ración de palomitas, que paga la banca.

Aunque antes, el sábado, una segunda parte de altura, Men in black II. Sólo por ver a Tommy Lee Jones en pantalones cortos, y a un perro, convertido en agente de los hombres de negro, que canta I will survive cuando va en coche, merecía la pena el esfuerzo por buscar un guión que mantuviera el nivel que, cinco años antes, en 1997, había logrado la película inicial.

Repiten Jones y Will Smith, amen de diversos secundarios, y entran Lara Flynn Boyle (un poco perdida: acabó siendo candidata a los Razzies, los antioscars, de aquella temporada) y la sobrenatural Rosario Dawson. De nuevo, funcionan el retrofuturismo, la lucha contra invasores alienígenas y el intento de que las actividades de los hombres de negro prosigan ocultas para el común de los terrestres. Por eso, cuidado con los flashazos.