La segunda edad de oro de los cielos
Los satélites viven un momento de expansión gracias a Internet, el móvil o la TV de alta definición
El sector de los satélites, nacido en los años sesenta al abrigo de proyectos intergubernamentales, vive una segunda edad de oro gracias a las oportunidades de negocio que se abren con nuevas áreas como la banda ancha, la televisión de alta definición o la telefonía móvil. Para afrontar esas grandes inversiones, seguirá el proceso de concentraciones iniciado hace cinco años.
La estadounidense Intelsat y las europeas SES Astra y Eutelsat se reparten el 63% del mercado mundial y el 77% del europeo
El satélite cree haber encontrado una mina de oro en Internet pero el despliegue de redes de ADSL y de fibra parece imparable
El negocio de los satélites es bastante similar al de las autopistas pese a que el primero tenga un soporte celestial frente al terrestre del segundo. Ambos requieren una fuerte inversión inicial (entre 300 y 500 millones de euros por satélite), pero una vez construida la autopista o puesto en órbita el satélite se trata de conseguir clientes para utilizar al máximo la capacidad. No es de extrañar que la rentabilidad de ambos negocios -medido en función del beneficio bruto operativo (Ebitda)- sea superior al 70%.
Al calor de esa rentabilidad, y aprovechando los procesos de liberalización de las telecomunicaciones, se produjo un vuelco en los accionariados de las compañías de satélites que casi sin excepción habían nacido entre los años sesenta y setenta como proyectos intergubernamentales. Del capital salieron los Estados, los grandes monopolios de telecomunicaciones y las cadenas de televisión. Entraron los fondos de capital riesgo e inversores financieros especializados en valores tecnológicos forzando un proceso de concentración sin precedentes.
Sólo entre 2004 y 2006 se vivieron adquisiciones en el sector por valor de 20.000 millones de euros. En 2001, nacía SES Global de la fusión de SES (Astra) y GE Americom (una división de General Electric); en 2004, Permira y Apax se hicieron con el control de Inmarsat; en 2005, PanAmSat, que acababa de ser vendida por el grupo de televisión DirectTV a la sociedad de inversión Kohlberg, Kravis y Roberts (KKR), es adquirida por Intelsat; en marzo de 2006, SES compra New Skies; en diciembre del año pasado, Loral compraba la canadiense Telesat y la española Abertis se convierte en socio de referencia de Eutelsat tras comprar el 32% del capital.
Tras estas grandes operaciones, los tres principales operadores -Intelsat (con sede en Bernudas), SES (Luxemburgo) y Eutelsat (Francia)- se reparten el 63% del mercado mundial y el 77% del europeo. Pero aún existe margen para más concentraciones no sólo por el hecho de que hay más de 40 empresas regionales operando sino por las nuevas oportunidades de negocio.
Y es que el sector vive un momento dulce como se puso de manifiesto en Satellite 2007, la feria mundial que reunió a todo el sector en Washington el pasado mes de febrero. Allí tanto los operadores de satélites fijos (los llamados Fixed Satellites Services o FSS) como los fabricantes de equipos y las compañías encargadas de los lanzamientos han hablado abiertamente de una "segunda edad de oro" del satélite, tras el primer boom de su nacimiento y de la carrera espacial.
Basan su optimismo en las nuevas vías de negocio que se abren al sector como la explosión de cadenas de televisión digital, la banda ancha vía satélite, las comunicaciones móviles, la televisión de alta definición y la reactivación de la demanda de los departamentos de defensa.
Las compañías y algunos analistas estiman que para atender esa nueva demanda precisan de una ingente inversión, lo que forzará una segunda oleada de concentraciones. Ya en 2006 los cuatro mayores operadores -los ya citados más el japonés JSAT- ganaron diez puntos de cuota de mercado y acumulan el 70% de los ingresos.
El camino a seguir es el marcado por XM y Sirius, que en febrero pasado cerraron su fusión para crear la mayor compañía de radio por satélite, con 14 millones de suscriptores. El objetivo es ofrecer un servicio que compita con los que se encuentran en internet como la radio a la carta.
En el escenario de concentraciones entra Hispasat, uno de los pocos reductos donde el Estado sigue implicado en la gestión ya que posee el 30,5% del capital. Eutelsat (28%), vía Abertis, es el candidato natural a hacerse con el control de la empresa cuya dirección está bloqueada desde hace casi tres años. Debe su viabilidad al acuerdo al que llegaron las dos plataformas digitales de televisión cuando se fusionaron para compartir la señal de Hispasat y Astra, pero ese escenario no puede preservarse indefinidamente y la televisión de pago optará tarde o temprano por un solo operador.
La amenaza más fuerte de Hispasat es SES Astra. El operador francés tiene un liderazgo indiscutible en España, con más de 1,4 millones de hogares, y goza de mucha más capacidad financiera y técnica, por lo que puede aumentar su hegemonía en el sector audiovisual poniendo en serias dificultades a Hispasat.
La transmisión de la señala de televisión sigue siendo el principal soporte del mercado satelital. El primer fundamento que late debajo del optimismo del sector es precisamente la creciente demanda de los canales digitales. Giuliano Berreta, presidente y consejero delegado de Eutelsat, lo tiene muy claro. En una entrevista que saldrá en el próximo número de la revista interna de Abertis, Berreta afirma que los mercados de Europa Central y del Este y Oriente Próximo seguirán tirando del crecimiento mientras que en Europa Occidental se sigan lanzando nuevos canales. Sólo en 2006 se lanzaron a través de Eutelsat 655 nuevos canales digitales tanto para plataformas de pago como en abierto.
Sin embargo, la gran esperanza blanca para los satélites en este campo es la televisión de alta definición (HDTV). Berreta muestra su confianza en la HDTV -Eutelsat transmite la señal de 17 canales de HDTV- siempre que se den algunas circunstancias como "un esfuerzo para educar al consumidor europeo sobre sus futuras ventajas" y que "los nuevos aparatos sean asequibles con precios agresivos".
SES Astra transmite ya 26 canales en alta definición en Europa (BSKYB, Discovery, National Geographic e History Channel en el Reino Unido; Canal +, M6 y TF1 en Francia, así como Premiere, Prosieben, SAT 1 y Anixe en Alemania) y espera que en España llegue este año de la mano de Sogecable.
La regla de oro que utilizan siempre los operadores de satélite es que su tecnología es la más eficiente porque es la única que permite llegar a todos los puntos. Es decir, que una vez que el satélite está en órbita admite transmisiones ilimitadas en su área de cobertura. Pero esa eficiencia económica no siempre va acompañada de una eficiencia tecnológica.
Así, los operadores creen haber encontrado una mina de oro en la banda ancha. Allí donde no llega el cable o el ADSL, llegará el satélite. En Estados Unidos se calcula que hay entre 15 y 20 millones de hogares en ese supuesto. WildBlue y HughesNet quieren conquistar este mercado, pero hasta el momento sólo disponen de 500.000 clientes en total. La empresa australiana Ipstar tiene capacidad para dar internet a 8 millones de suscriptores en Asia Pacífico y 600.000 en la propia Australia. En Europa, se estima que en torno a 4,7 millones de usuarios son clientes potenciales del VSAT.
SES Astra es el operador que más confía en esta solución y desea dar a esos usuarios europeos internet de alta velocidad al mismo precio que paga la gente en las ciudades. La semana pasada arrancó su servicio en el ámbito rural de Alemania. SES estima que hay 1.400 pequeñas localidad alemanas sin acceso a la red por ADSL, y que el 16% de las ciudades está pobremente cubierto.
El operador promete con su servicio Astra 2 Conect velocidades comparables a las de ADSL (1 megabits por segundo de descarga y hasta 128 megabit de subida). Los interesados tienen que adquirir un equipo formado por una antena de 80 centímetros y un módem, al precio de unos 300 euros.
Berreta tiene fe en el potencial de la banda ancha por satélite no sólo en los mercados emergentes como África sino incluso en Europa Occidental, "donde hay aún muchos consumidores como escuelas, hospitales, negocios o administraciones que van más allá de las redes terrestres". También ve una oportunidad de negocio en nuevos mercados móviles como barcos, aviones y trenes de alta velocidad.
Sin embargo, muchos analistas no ven tan claro que internet por satélite sea tan competitivo porque el despliegue de las redes de fibra es imparable y cada vez llega a más rincones. Además, el precio es mucho más asequible: ya hay ofertas de ADSL de 3 megas, con router gratis, por 40,9 euros al mes. Por eso, la hibridación entre satélites y redes terrestres puede ser una solución.
La televisión por el móvil también es campo abonado para el satélite. En la última feria mundial 3GSM de Barcelona se presentó como la gran innovación. Pero todavía tiene mucho camino que recorrer. Para empezar, se tiene que definir un estándar común. La Comisión Europea parece que lo tiene claro y ha optado por el DVB-H (Digital Video Broadcasting-Handheld). Pero lo satélites deberán estar equipados para emitir en la banda S de frecuencias y, sobre todo, convencer a los fabricantes de equipos como Nokia o Ericsson de que hagan terminales compatibles con el DVBH-S a un precio asequible. Y eso no parece tan sencillo.
En España, el Ministerio de Industria prepara una normativa para la concesión de una veintena de licencia por las que, en principio, pujaran las operadoras de móviles y las cadenas de televisión, un punto que no juega precisamente a favor de los satélites. "Nuestra esperanza es que haya una limitada disponibilidad de banda ancha en UHF y que el sistema de satélites tenga un potencial real de proporcionar más capacidad de recepción en los terminales de áreas rurales y para alimentar en ambientes urbanos".
Tal vez por lo arriesgado de la apuesta, SES y Eutelsat han llegado a un acuerdo para aunar sus fuerzas en una empresa conjunta al 50% para este mercado, que operará y comercializará la banda S del satélite W2A. La inversión en la primera infraestructura satelital europea destinada a la difusión de contenidos de vídeo, audio y datos para terminales móviles y equipamientos para vehículos asciende a 130 millones de euros.
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