Hamás se hace fuerte actuando como una ONG
El grupo islámico palestino no se implica directamente en el terrorismo para no poner en peligro su poderosa red social
Algunos analistas calculan que Hamás dedica cerca del 90% de su actividad a la red benéfico-asistencial. Otros dan cifras más elevadas y afirman que todos los ingresos, de los que menos del 20% son de procedencia local, se destinan en torno al 95% a dichas actividades asistenciales. Independientemente de que las cifras puedan estar hinchadas, lo cierto es que existe una práctica unanimidad a la hora de juzgar la importancia de la misma en toda la actividad de Hamás. Algo que incluso los miembros de la Autoridad Palestina (AP) señalaron en su momento con un punto de amarga ironía al decir que la obra de Hamás ayudaba a que la AP no se viniera abajo.
Los informes del Banco Mundial (BM) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque no coinciden en las cifras, mucho más elevadas en el informe del FMI, que según recientes estudios estarían más ajustadas a la realidad, hablan de una multiplicación del desempleo que, según las cifras más bajas dadas por el Banco Mundial, se calculaba en un 16,2% en 1998, mientras que a finales de 2002 ascendía al 37%. Un aumento similar se produce en los índices de pobreza, que según los datos del BM se calculaban en 1998 en un 23,2% de la población, mientras que a finales de 2002 alcanzaban el 59%, con las consecuentes secuelas de malnutrición, sobre todo infantil, aparte de los problemas psicológicos derivados de una situación de violencia e inseguridad crecientes, como puede verse en los informes del programa de salud mental de Gaza. Estas cifras han aumentado en la actualidad, sobre todo en el caso de Gaza, en donde en agosto de 2006 el índice de desempleo llegaba al 40%, y el de pobreza, a un 79%, según las cifras de la ONU.
El índice de desempleo ha aumentado, sobre todo en la franja de Gaza, donde en agosto de 2006 llegaba al 40%, y el de pobreza, a un 79%, según cifras de la ONU
El deterioro de la situación económica y material de la población palestina en la Intifada coincide con el derrumbamiento de la capacidad de respuesta de la Autoridad Palestina
Un elemento perverso de los atentados suicidas es que, en el acto de matar, el culpable también muere, con lo que no puede ser juzgado ni castigado de forma individual
La mezquita es un lugar de oración y también de reunión, asistencia y socialización. La educación impartida forma parte de la red asistencial del movimiento islámico
El deterioro de la situación económica y material de la población civil palestina durante la Intifada de Al Aqsa coincide con el derrumbamiento de la capacidad de respuesta de la AP, que deja de recibir los impuestos y las tasas sobre el comercio palestino, una cantidad que ronda los 50 millones de dólares mensuales y que Israel se encarga de recolectar para hacerlos llegar mensualmente a la AP. La retención de estos pagos por parte de Israel, así como la disminución de otros ingresos como consecuencia de la Intifada, es sólo en parte compensada por la ayuda extranjera, gracias a la cual, según dice el informe del Banco Mundial, la "AP aún sigue funcionando". (...)
Coordinación
La crisis humanitaria que se produce durante la Intifada reduce las tensiones entre la AP y Hamás en este terreno y los datos indican que se produce una mayor coordinación entre las organizaciones de caridad y asistencia islámicas, tanto con la AP como con otras organizaciones no gubernamentales, a la hora de elaborar planes de emergencia, así como en la provisión de algunos de los servicios. Una de las posibles razones es que, especialmente durante ese periodo, ni la AP , cuyos fondos apenas alcanzan para pagar los salarios de su burocracia, ni la UNRWA [Organismo de Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Medio] tienen los fondos suficientes para hacer frente a la crisis asistencial. Los vacíos son llenados por las organizaciones de beneficencia islámica, sin las que la situación humanitaria se vendría abajo, teniendo en cuenta que, durante ese tiempo, en torno al 17% de la población palestina estaba recibiendo, de una u otra forma, ayuda asistencial de las mismas.
Desde el inicio de la Intifada de Al Aqsa, dichas organizaciones establecen programas de emergencia dirigidos a las familias de quienes han perdido el empleo, a aquellas cuyas casas han sido demolidas por Israel, así como a las familias que tienen a alguno de sus miembros herido, encarcelado o muerto como consecuencia del conflicto. Una de las acusaciones que se hacen al Movimiento de Resistencia Islámico, que se añade a las que afirman su implicación directa en actividades terroristas contra Israel, se refiere a su ayuda a las familias de los terroristas suicidas, un hecho que se aduce como prueba de su participación y apoyo a dichas acciones. Los informes recuerdan que en la terminología palestina, el término shahid (mártir) es un concepto amplio que se emplea para referirse a todo palestino o palestina que haya muerto como consecuencia del conflicto con Israel, mientras que el término concreto empleado para los terroristas suicidas es el de istishhadi (aquel que se autoinmola), un subgrupo que representaría aproximadamente una décima parte del total. Esto plantea una de las cuestiones clave en el tratamiento hacia Hamás, la de la relación que existe entre beneficencia y terror.
Los vínculos
Hablar de la relación entre estos temas
[las redes benéfico-asistenciales educativas y sus vínculos con la violencia y el terrorismo] requiere enfrentarlos en varios planos que, de forma breve, pueden ser resumidos en los siguientes puntos. Está, por un lado, la cuestión más inmediata del control, la prevención y la represión de las actividades terroristas. Esto requiere, en principio, la existencia de servicios de inteligencia y de aparatos administrativos eficaces, a la par que una voluntad política dispuesta a no permitir que tales actos ocurran. Con todo, esto no garantiza la no comisión de actos terroristas, incluso en Estados democráticos y sólidamente asentados institucionalmente. Lo cual plantea una segunda cuestión relativa a la actuación que ha de seguirse tras la comisión de un acto terrorista y la identificación y detención, en su caso, del perpetrador. Uno de los elementos perversos de los atentados suicidas es que, en el acto de matar, el culpable también muere, con lo que no puede ser juzgado ni castigado individualmente, si bien todos aquellos que tienen una complicidad culpable han de ser sometidos a juicio de acuerdo con la ley. Y han de recibir, en su caso, un castigo también de acuerdo con ella.
Como se recordará, hacer frente al terrorismo era una de las condiciones puestas en los Acuerdos de Oslo para seguir adelante con las etapas que conducirían al estatus final. El mismo requisito será planteado por la Hoja de Ruta, presentada por el Cuarteto en abril de 2003, durante la Intifada de Al Aqsa. Esa lucha contra el terror exige el control y la represión, así como medidas eficaces para prevenir el proselitismo y la derivación de fondos hacia actividades terroristas, utilizando la cobertura asistencial, educativa u otras.
Extrema violencia
La Intifada de Al Aqsa, militarizada desde el inicio, se caracteriza por una extrema violencia. Tras los atentados suicidas, tanto los reivindicados por Hamás como los que son ejecutados por la Yihad Islámica o por las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, la presión internacional e israelí sobre Arafat para que tomara medidas contra el terrorismo, y, en especial, contra el Movimiento de Resistencia Islámico, llevó a la AP a cerrar varias de las instituciones caritativas y a bloquear las cuentas de una serie de ellas, de modo similar a como lo hizo tras los atentados de 1996 y 1997 reivindicados por Hamás. A principios del año 2002, fuentes de la AP informaron del cierre de unas cincuenta sociedades benéficas vinculadas a Hamás, entre ellas, Al Islah, la mayor sociedad de beneficencia de Gaza, así como del bloqueo de las cuentas de una veintena. Hay una coincidencia general en considerar que se trata de medidas tomadas con vistas a la galería, dado que no se sigue ningún procedimiento judicial contra los autores e inductores de los atentados y que las sanciones se levantan pasado un corto tiempo tras el cual las instituciones islámicas siguen funcionando normalmente. Son muy diferentes las explicaciones que se dan para este comportamiento, desde aquellas que lo entienden como expresión de la debilidad de la AP frente a Hamás hasta las que lo interpretan como un modo de presionar al Movimiento para que cese la violencia terrorista si no quiere arriesgarse a perder toda su base asistencial. En todo caso, el hecho es que las instituciones asistenciales siguen funcionando en un entorno de quiebra material, y en gran medida también político, de la AP .
Por otra parte, las medidas de represión y control resultan en muchos casos difíciles de aplicar en la práctica, dado que, salvo algunas grandes ONG islámicas que han experimentado un proceso de concentración y modernización similar al resto de las organizaciones no gubernamentales en todo el mundo, el resto de las organizaciones sigue estando basado en redes y ramas asentadas localmente, con un alto grado de descentralización que resta eficacia a las medidas de cierre y bloqueo y que, por lo general, la aumenta a la hora de atender a las necesidades urgentes, como muchas de las que se producen durante la Intifada.
Lo mismo que ocurría a la hora de definir a Hamás sucede cuando se trata de analizar la vinculación entre sus actividades benéfico-asistenciales y la violencia, tanto la extrema de los atentados terroristas como la que se manifiesta a través de la incitación y alabanza de quienes los llevan a cabo, como han hecho a lo largo del tiempo destacados miembros del Movimiento. Para quienes se adhieren a la interpretación en clave pragmática está claro que Hamás no arriesgará la destrucción de su red educativo-benéfico-asistencial al implicarse directamente en actividades terroristas, dado que esa red es un elemento fundamental para asegurar la formación de un espíritu islámico en la población, porque será éste el que, en última instancia, permitirá construir de modo eficaz una sociedad basada en los valores islámicos. En ese mismo sentido se han manifestado repetidamente destacados líderes del movimiento. Para otros, la red asistencial no es más que una especie de tapadera para el verdadero objetivo, que es la destrucción de Israel realizada a través de una yihad que traducen como guerra santa.
Todas las ONG palestinas están sometidas a la vigilancia y auditoría de la AP , a través de los ministerios correspondientes y del Ministerio del Interior de acuerdo con la Ley de Asociaciones Caritativas y Organizaciones Comunitarias, que es la referencia legal para todas y que fue aprobada por el Consejo Legislativo Palestino en marzo de 2001. En la práctica el funcionamiento ha sido precario, no sólo por los solapamientos entre las diversas autoridades encargadas del control, que resta eficacia al mismo, sino porque durante la Intifada la AP fue prácticamente inoperante, más a partir de la Operación Escudo de Defensa lanzada por Israel en marzo de 2002, tras los atentados terroristas de los meses anteriores, que condujo a que la Autoridad prácticamente quebrara; el presidente Arafat dejó de ser considerado un interlocutor y, a partir de finales de septiembre de ese año, tras el atentado suicida en Tel Aviv, quedó confinado en la Mukata, la sede presidencial de Ramala.
Una de las acusaciones hechas a partir de documentos conseguidos por los servicios de inteligencia israelíes, fácilmente accesibles en Internet, se refiere al apoyo material dado por la AP a actividades armadas en contra de Israel. Otros documentos presentan las vinculaciones que existen entre determinadas organizaciones caritativas islámicas internacionales, como la Unión de Dios, la asociación paraguas en la que se incluyen unas cincuenta sociedades de beneficencia, y la financiación de acciones terroristas, entre ellas las vinculadas a la AP y a Hamás en los años de la Intifada. El Informe presentado por Human Rights Watch sobre los atentados suicidas, que hace una dura crítica a la pasividad de la AP , así como a sus positivos comentarios sobre algunos de los atentados y la heroicidad de quienes los cometen, afirma, sin embargo, que no se ha encontrado ninguna prueba de la implicación de la AP en las actividades terroristas y analiza en detalle algunas de las dificultades que presentan los documentos.
Terroristas suicidas
Otra de las acusaciones es que la red asistencial sirve como plataforma de reclutamiento y no sólo como canal de beneficencia y educación en los valores islámicos. Los líderes del Movimiento han negado repetidamente esta acusación argumentando que ya tienen otros canales de reclutamiento, entre ellos las asociaciones juveniles y deportivas. En entrevistas realizadas a dirigentes de estas sociedades de beneficencia hay prácticamente unanimidad en la afirmación de que el prestigio social del Movimiento se deriva precisamente de su eficacia y honestidad en la provisión de servicios, no en su utilización como plataformas de reclutamiento directa. "Si cooperamos con un determinado partido político perderíamos nuestra credibilidad social y eso supondría un fracaso de nuestra misión", afirma en una entrevista el director de la Asociación Al Bireh. Otros autores afirman que la fuerza de Hamás reside en la eficacia y probidad de sus instituciones sociales; los que reciben su ayuda no se convierten de forma automática en candidatos al terrorismo suicida. Hay otras explicaciones para esto, como la desesperación, un determinado sentido de la dignidad o de los costes de la humillación, a la par que una desviada concepción de la justicia. Como afirmaba A. Margalit, "el caso palestino es el único en que los civiles se presentan voluntariamente para convertirse en bombas-suicidas cuando muchos de ellos no han tenido ninguna relación religiosa ni de otro tipo con la organización.
La educación y las actividades desarrolladas en las mezquitas forman parte de la red asistencial del movimiento islámico, concebida como un todo. La mezquita es un lugar de oración, pero también de reunión, asistencia, enseñanza y socialización. Tras el establecimiento de la AP la mayor parte de las mezquitas se encuentra bajo el control del Ministerio de Asuntos Religiosos, que es el encargado de contratar a los imanes, muchos de ellos simpatizantes de Hamás, así como de pagar sus salarios. Por otra parte, la educación es una de las claves de bóveda de todo el pensamiento islámico. Durante la primera Intifada, con las escuelas cerradas, las clases, controladas por comités populares de educación, siguieron impartiéndose en las mezquitas hasta que, al cabo de un año, el gobierno israelí cerró un buen número de ellas y declaró ilegales a los comités. Sin embargo, la declaración en noviembre de 1989 de Hamás como una organización ilegal, no conllevó el cierre por parte israelí de las organizaciones caritativas y asistenciales de Hamás (salvo las situadas en Jerusalén oriental), que, en consecuencia, siguieron funcionando.
'Hamás'. Los Libros de la Catarata
En este libro, que se publicará dentro de unos días, se analiza el movimiento islamista, su papel, su peso en la sociedad y la política palestinas, y su relación con el Estado de Israel. En el texto seleccionado se trata de su acción social y asistencial.
Solidaridad como rasgo del islam
LA SOCIEDAD MUSULMANA es una sociedad de ayuda mutua que se caracteriza por la solidaridad entre sus miembros, dice el artículo 20 de la Carta de Hamás, que afirma que es "éste el espíritu que ha de prevalecer en toda sociedad". La sociedad palestina, que se enfrenta "a un enemigo vicioso que se comporta como un nazi al no diferenciar entre hombres y mujeres o entre jóvenes y viejos, ha de ser la primera en adornarse con este espíritu islámico".
La idea de socorro mutuo no es exclusiva del islam y se encuentra en muchos otros movimientos religiosos. De hecho, en la doctrina cristiana, la beneficencia (o caridad) es, junto con la fe y la esperanza, una de las tres virtudes "teologales", es decir, aquellas que son directamente infundidas por el Creador en todos los hombres. La beneficencia y las acciones caritativas guardan una relación directa con la idea de comunidad (cristiana, umma u otras) y con el deber de ayuda que el mantenimiento de dicha comunidad exige.
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