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Del anillado al seguimiento por satélite

Fernando J. Pérez

El Congreso sobre Aves Migratorias y Cambio Climático celebrado en Algeciras del 28 al 30 de marzo no sólo sirvió para que decenas de investigadores de todo el mundo, que sólo se conocían por sus publicaciones científicas, se encontraran personalmente. En las jornadas se tocaron aspectos como los últimos adelantos técnicos para el seguimiento de las aves o la necesidad de redefinir los espacios naturales protegidos -concebidos actualmente como una realidad espacial cerrada y estática- para adaptarlos a la movilidad de las especies, tanto animales como vegetales.

Junto al anillado y los prismáticos, herramientas por antonomasia del ornitólogo, el encuentro sirvió para mostrar los resultados que ofrecen tecnologías como el satélite a la hora de controlar el tránsito de las aves migratorias. El biólogo Pascual López, de la Universidad de Valencia, presentó una ponencia sobre el seguimiento por satélite del aguilucho cenizo, que desveló detalles desconocidos sobre esta ave migratoria que atraviesa cada año España camino de África.

En el año 2006, López y su equipo instalaron diez transmisores en otros tantos ejemplares de esta especie. Con ello se pudo seguir la migración completa de seis de estos pájaros. Los ejemplares emplearon distintas rutas hacia África a través del sur de España. A algunos, cruzar los entre 2.000 y 3.000 kilómetros les llevó apenas diez días, mientras que otros utilizaron 28 jornadas en su recorrido. Se descubrió que la distancia diaria mínima recorrida fue de 93 kilómetros y la máxima de 219, con una velocidad media de entre 10 y 30 kilómetros por hora y una velocidad punta de 65 kilómetros por hora. La mayoría de los movimientos se produjo entre las 15.00 y las 20.00 no se registró ningún aleteo entre las 20.00 y las 5.00. La altitud media de vuelo osciló entre los 40 y los 100 metros sobre el nivel del mar.

"Se están logrando transmisores tan pequeños que se pueden implantar en insectos, lo que va a ser una revolución", afirmó Miguel Ferrer. Hasta que se introduzca masivamente esta tecnología, la observación seguirá basándose en anillas y prismáticos. Este método tradicional, ha permitido constatar que en el Estrecho de Gibraltar, las especies más abundantes son el milano negro, con un 41,2% de las observaciones, seguido por la cigüeña blanca (30,3%) y el abejero europeo (17,6%). Por lo que respecta a las aves marinas, la especie más numerosa fue la pardela cenicienta, con el 74% de los avistamientos.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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