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Reportaje:

Dior cambia a su hombre

Slimane, el 'padre' de las colecciones masculinas y motor del éxito del último año, abandona la mítica firma

Eugenia de la Torriente

Tras seis años de exitosa colaboración con Hedi Slimane, de 38 años -y responsable de sus colecciones masculinas-, la casa francesa anunció el jueves el fichaje de Kris Van Assche, un belga de 30 años, que fue hasta 2004 la mano derecha de Slimane, el protagonista de la noticia. En el comunicado, ni una palabra para el diseñador que ha levantado un 10% las ventas de la empresa y que le ha dado una identidad moderna, andrógina y extremadamente reconocible.

"Kris ha trabajado en Dior durante muchos años y, como en el caso de John Galliano, su creatividad encaja perfectamente con las raíces y la historia de la marca. Con él vamos a poder desarrollar muchos y excelentes productos", declaraba ayer Bernard Arnault, presidente del grupo LVMH en una entrevista concedida en su despacho de la parisiense Avenue Montaigne. De Slimane, advirtieron antes del encuentro, no se habla.

Pero ¿qué ha pasado para que el hombre que convirtió en la cara visible del símbolo de la elegancia francesa al rockero Pete Doherty (más famoso por ser el novio de Kate Moss y por su desmedida afición a las drogas y a las trifulcas), haya acabado así con sus jefes, antes encantados con su rebeldía? Desde luego, nada que no se viera venir. Hace un año, Women's Wear Daily publicó que existían serios problemas para la renovación del contrato. Ya entonces se habló de Van Assche, que había dejado Dior dos años antes para montar su propia empresa, como el hombre ideal para un eventual relevo. Finalmente, se alcanzó un acuerdo y Slimane continuó. Eso sí, diseñando desde su casa y pisando lo justo las oficinas. En enero, tras su último desfile, Slimane rompió su silencio para declarar que no estaba "dispuesto a vender su nombre".

Tras la críptica declaración se esconde parte de la explicación de los desacuerdos. Pero sólo parte. Slimane aterrizó en Dior en 2001, tras ser expulsado de la división masculina de Yves Saint Laurent por la llegada de un ego poco dispuesto a compartir gloria: Tom Ford. Desde el principio, el francés expresó su deseo de diseñar para la mujer. Una pretensión lógica si se tiene en cuenta que sus escuálidos trajes se convirtieron pronto en objetos de deseo para el público femenino. Pero que le llevaba al enfrentamiento frontal con otro ego duro de pelar: John Galliano, director creativo de las líneas de mujer de Dior.

"Asumir que nunca podría diseñar para mujer y que siempre estaría a la sombra de Galliano fue muy frustrante para él", apunta Michel Chevalier, profesor del Instituto Superior de Empresa y Moda en Madrid (ISEM) y de Sup Deluxe en París. "Para superarlo puso dos condiciones: un enorme aumento de sueldo y la creación de su propia marca, ésta sí, para hombre y mujer".

Según Herald Tribune, Hedi Slimane no estaba dispuesto a ceder la totalidad del control de esa línea a LVMH, como han hecho los diseñadores que compaginan su puesto en una de las grandes marcas del grupo con su propia enseña, como Marc Jacobs o el propio Galliano. Aunque, controlada totalmente o no, la marca Slimane no era algo fácil de fabricar para LVMH.

De hecho, de las 14 etiquetas de moda y marroquinería que engloba del principal grupo mundial de lujo, ninguna ha sido creada desde cero: la especialidad de Arnault es comprar nombres existentes y, a poder ser, con una dilatada historia. La única marca que creó, Christian Lacroix, en 1984, fue vendida hace dos años por su escasa rentabilidad.

En todo caso, la reivindicación de un nombre propio no ha sido lo único que ha distanciado al amo del lujo del hombre por cuyos trajes adelgazó Karl Lagerfeld. Un experto, que prefiere no ser citado, cifra el sueldo anual de Slimane entre 800.000 euros y un millón. Arnault, dicen, estaba dispuesto a negociar una subida de hasta el 50%. El diseñador aspiraba a una cantidad entre los dos y los tres millones de euros. "Es un gran talento, pero era imposible acceder a sus demandas, cada vez eran menos razonables", declara una fuente anónima en Le Figaro.

Botas afiladas

Rota la relación, la incógnita es cómo afectará esto a una compañía que aspira a alcanzar la simbólica barrera del billón de euros en ventas. Slimane no sólo diseñó los ajustados pantalones y las afiladas botas que hacían suspirar a adolescentes y ejecutivos. Fotógrafo ocasional e inquieto vocacional, muy vinculado a la escena musical y artística de vanguardia, se convirtió él mismo en un símbolo del nuevo hombre Dior.

Su sombra es alargada como bien sabe su sucesor. Van Assche pasó seis años a su lado y lo aprendió todo de él. "Por supuesto, Hedi ha sido una gran influencia para mí", declaraba en febrero, durante una entrevista concedida a este periódico. "Fue con él con quien descubrí que había mucho que hacer en la ropa para hombre, pero creo que he logrado desarrollar mi propio estilo, aunque eso es algo que les toca a otros, como a los periodistas, valorar". Y, a partir, de ahora a clientes y accionistas del grupo, principal actor del lujo mundial.

Heidi Slimane, en  el estreno de <i>Last Days</i> (2005), en Nueva York.
Heidi Slimane, en el estreno de Last Days (2005), en Nueva York.FP

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