Exteriores dice ahora que no pactó con la tripulación del 'Happy Day'
El Ministerio de Asuntos Exteriores emitió ayer una nota en la que "desmiente las informaciones en las que se señalaba que existiera pacto alguno con la tripulación del buque Happy Day", que hace una semana fue interceptado a 80 millas de Senegal cuando transportaba a 300 inmigrantes hacia Canarias. Con ese comunicado, Exteriores contradice la versión ofrecida el pasado lunes a EL PAÍS por su propio portavoz oficial. Según éste, el Gobierno pactó con el grupo de delincuentes georgianos al mando del barco para que lo devolvieran al puerto de Conakry, de donde había zarpado. A cambio, los tripulantes evitarían ser detenidos por tráfico de personas.
Para desmentir este extremo, el ministerio afirma en su comunicado haber solicitado "formalmente" al Gobierno de Guinea- Conakry "que ejerza acciones legales contra la tripulación del barco por trata de seres humanos". Sin embargo, una fuente oficial de Conakry aseguró ayer a este periódico que no tiene constancia de tal petición.
La historia del Happy Day es una sucesión de absurdos. Fue interceptado por la patrullera italiana Dáttilo, perteneciente al dispositivo europeo de control de fronteras Frontex. En su informe, la Guardia Costera de Italia relata que seis de sus marineros (la mitad de la dotación) subieron a bordo, "pusieron bajo arresto" a la tripulación y se hicieron cargo del timón. Escoltados por la Dáttilo y por un barco español, dirigieron el Happy Day hacia Dakar.
Pero el Gobierno de Senegal se negó a hacerse cargo del buque. España comunicó entonces a los italianos que enviaría una tripulación para conducirlo a Conakry y un contingente de policías para evitar motines durante la travesía.
Sin embargo, nada de eso se produjo. El Happy Day, tripulado por los italianos y escoltado por un barco senegalés, puso proa al sur, hacia el límite de las aguas jurisdiccionales de Senegal. Justo antes de abandonarlas, los italianos recibieron orden de liberar a los georgianos y devolverles el mando. La patrullera senegalesa dio la vuelta. Y el Happy Day, ya sin escolta, siguió con rumbo sur. Frente a la ciudad de Bissau, desapareció de los radares.
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