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Juicio por el mayor atentado en España | 11-M
Columna
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El tribunal pasa factura

Se veía venir la entrada del presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, en la cocina de la auténtica conspiración del 11-M, aquella que intenta a través de la manipulación y el engaño a sabiendas ocultar la verdad sobre el atentado islamista. Que una parte de los ingredientes han sido aportados a la marmita por policías resentidos a raíz del cambio de Gobierno tras el 14-M, no cabe ninguna duda. Pero incluso esos polis, como podría ser el caso del inspector Parrilla, echaron ayer agua al vino, desacreditando las versiones de Suárez Trashorras sobre la presunta relación de El Chino con los etarras detenidos en Cuenca. Pero fue el propio ex minero quien ya en su declaración hizo mutis por el foro admitiendo que quizá él había entendido mal a El Chino.

La historia de este juicio ya conoce un antes y un después a partir de ayer. Antes, mucha gente podía tener la impresión legítima o incrédula de que la gran manipulación que se ha montado durante tres años por los medios de comunicación adictos al PP no tendría coste alguno. En otros términos, que nadie pagaría la factura. Después de ayer, la factura llega y comienza a ser abonada. El interrogatorio del testigo Agustín Díaz de Mera hubiera pasado sin pena ni gloria a no ser, precisamente, por su contribución a la teoría de la conspiración.

Fue el ex director general de la Policía quien en septiembre pasado, en un diálogo matinal con dos de los propagandistas de la manipulación más grande jamás montada en este país, sacó el tema: la existencia de un informe policial en el que se analizaban diversos vínculos de ETA con los islamistas en el atentado del 11-M. Fue una denuncia en toda regla. Un hombre y una mujer de la UCI habían desobedecido a sus superiores y elaboraron dicho informe. "Es un informe ocultado al juez Del Olmo", dijo De Mera en aquella intervención radiofónica. No debía De Mera estar muy seguro de lo que decía aquel día. Porque publicado en EL PAÍS un informe firmado por un hombre y una mujer sobre las relaciones entre etarras e islamistas en las cárceles españolas, el ex director general llamó a varios policías. Quería saber qué había ocurrido con el presunto verdadero informe.

Algunos de estos funcionarios, según dijeron a este cronista, le señalaron que estaba en un error. Que el informe era el de etarras e islamistas en las cárceles. Y punto. Pero De Mera, porfiado, dijo que en ese caso se trataba de una manipulación. También descartó que fuese el informe del ácido bórico.

Este hombre, cuando denunció el informe en septiembre dijo en los medios adictos al PP que era necesario preservar a las fuentes para que un día se pudiera conocer la verdad. Ayer tuvo la oportunidad de su vida, de explicar al tribunal la verdad y nada más que la verdad. Se rajó. ¿Por qué? Porque todo es un montaje. De Mera busca desesperadamente a sus fuentes.

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