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Zaplana aumentó un 100% los fondos protocolarios del ministro al llegar a Trabajo

Arenas y Aparicio, anteriores titulares en el ministerio, no contrataron ningún vuelo privado

El hoy portavoz popular en el Congreso, Eduardo Zaplana, dobló en 2003 el presupuesto anual de gastos protocolarios de gestión directa como ministro de Trabajo (36.000 euros) respecto de su antecesor, Juan Carlos Aparicio (18.000). Zaplana marcó otra diferencia de gestión del dinero público respecto de sus antecesores del PP: ni Aparicio, ni Javier Arenas utilizaron nunca como ministros de Trabajo aviones privados para sus vuelos, ni compraron alimentos con cargo a su presupuesto para su residencia oficial, ni recurrieron a artículos de lujo para atenciones protocolarias.

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Zaplana ha anunciado que quiere conocer los gastos protocolarios y de desplazamientos de los componentes del actual Ejecutivo socialista para medirlos con los suyos durante su mandato en Trabajo (2002-2004). A la espera de que el Gobierno remita esos datos, empiezan a surgir elementos que permiten comparar su gestión con la de sus dos antecesores inmediatos, ambos del PP: Javier Arenas y Juan Carlos Aparicio. El retrato que pintan ex colaboradores de estos tres ministros y funcionarios de Trabajo que coexistieron con todos ellos marca un antes y un después de Zaplana.

Para empezar, el 2 de enero de 2003, el primer año de gestión completa de Zaplana -tomó posesión en julio de 2002- varió radicalmente los gastos dedicados a "atender ineludiblemente obligaciones de protocolo" de los diversos cargos del departamento. Curiosamente, de los 17 cargos a los que se reconocían tales fondos, sólo el monto de uno crecía inusitadamente respecto del esquema hasta entonces vigente y era precisamente el presupuesto del ministro. Si Aparicio se daba por servido con 18.060 euros anuales (1.500 al mes) para sus atenciones protocolarias directas -una comida, unas flores, etcétera-, Zaplana se adjudicó el doble: 36.000 euros (3.000 al mes). Por contra, la práctica totalidad de los altos cargos de Zaplana mantenían las mismas partidas consignadas en 2002 por su antecesor, Aparicio.

Gastos de gestión directa

Este presupuesto estaba destinado como su nombre indica a aquellos gastos de gestión directa del ministro. Era, por tanto, una partida más de los gastos globales del ministerio de atenciones protocolarias, con cargo a los cuales, como ha reconocido Zaplana, se sufragaron los objetos de lujo durante su mandato -que totalizaron más de 183.000 euros en compras durante su mandato- para atenciones a personalidades diversas y que, como también ha reconocido, en muchas ocasiones no identificó por premuras y contingencias varias.

Por tanto, nada de este dinero, que se entregaba en metálico, según ex colaboradores de Zaplana, sirvió para sufragar tales regalos. Tampoco este dinero de bolsillo de Zaplana emanado del presupuesto ministerial sufragó los gastos de cesta de compra -más de 5.000 euros durante su mandato- con destino al pabellón ministerial que constituía su residencia en el ministerio, y que se sufragaron con los ingresos de la cafetería de Trabajo, según documentos oficiales.

De tal partida personal protocolaria, tampoco se abonaron los catering -más de 22.000 euros durante su gestión- con que se cubrían las comidas oficiales del ministerio. Algunas facturas de restaurante como la de Horcher o la del club Siglo XXI, sumando 2.000 euros, fueron desviadas al presupuesto global, al que también se pasaron sus pagos de donativos benéficos. Finalmente, los vuelos en avión privado (más de 150.000 euros) fueron presentados como meros contratos o como indemnizaciones por gastos de viaje.

Por tanto, Zaplana dispuso, mes a mes, de un fondo de 3.000 euros para sus gastos. Ex colaboradores de Arenas y Aparicio y funcionarios que coexistieron con ellos aseguran que ninguno de ellos contrató un solo vuelo privado para sus viajes oficiales. Las mismas fuentes sostienen que ambos solían comer el menú del ministerio en su despacho y contrataban catering sólo para comidas oficiales.

Ni uno ni otro, a diferencia de Zaplana, recurrieron a la compra de objetos protocolarios de lujo. Sus ex colaboradores destacan "la austeridad castellana" de Aparicio y la viveza de Arenas, que tras recibir dos sablazos del catering de un restaurante cercano, prescindió radicalmente de dicho establecimiento.

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