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Columna
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Radicalismos

El primer teniente de alcalde de la ciudad de Cádiz, Enrique García Agulló, ha dimitido. Las razones, según la alcaldesa Martínez, que le han llevado a esta dimisión han sido las de entender que se daba un conflicto de intereses entre los públicos -que representaba por su condición de edil- con los privados -que ejercía por su condición de asesor y titular de un despacho-. El teniente de alcalde apoyaba las manifestaciones que venía promoviendo la alcaldesa Martínez contra el cierre de Delphi, al tiempo que su despacho se dedicaba a asesorar a Delphi que le está diciendo a los trabajadores del grupo y a la nahía de Cádiz que si te ví tararí.

Efectivamente, como ha destacado la alcaldesa, el conflicto de intereses era un hecho. Es normal que se vaya. Lo que ya no es tan normal es que la alcaldesa Martínez le despida con cuatro piropos. No se entienden demasiado. Si tu teniente de alcalde se dedica a promover acciones de naturaleza política en contra del Gobierno andaluz y contra el cierre empresarial, y la misma persona emplea su despacho en lo contrario hasta que los trabajadores lo descubren, habrá que pensar que el conflicto de intereses le ha estallado en las narices al teniente de alcalde, al PP y a la alcaldesa y tenía que irse con la música a otra parte. No se entienden los piropos.

Claro que, tal como están los cuenta-cuentos, puede que se entienda. A lo mejor los valores están invertidos y el hecho de afiliarte o pensar como quieren algunos dirigentes del PP hace que, al igual que las bulas, tu conducta quede dispensada y aplaudida. No hay por qué rechazarlo. Después de todo, si hace tres años los españoles que, por cierto seguimos siéndolo y no nos ha estallado España en las narices ni la hemos roto a pedacitos, votamos y contamos con un Gobierno legítimo, algunos dirigentes pueden introducir, como están haciendo, factores que la hagan desmerecer en su legitimidad de origen. Como tienen bula, debe ser lo normal. Por lo que se ve, por lo que se escucha no se pide que comprendamos. Únicamente se exige y o lo aceptas o no eres normal. Da igual, como en el caso Delphi, que el teniente de alcalde dimisionario emplee despacho en contra de los intereses políticos y públicos manifestados por la alcaldesa y su grupo. Hay que aceptar los piropos como normales, bajo pena de boicot, de antiespañol o de lo que se les ocurra a estos dirigentes de turno, como también que no somos normales si pensamos que el conflicto existía; que sólo el hecho de salir a la luz ha dado lugar a la dimisión. Los ciudadanos que no tenemos bula, tenemos que rectificar y aplaudir. Es la forma de entender y hacer política. El radicalismo, como fórmula política y expresión de un pensamiento, empieza a ser demasiado frecuente y a constituir la única manifestación de esos dirigentes que están empeñados en hacernos comulgar a todos con ruedas de molino.

Es una situación patética. Y es necesario, de una vez, que se comprenda por estos dirigentes del PP que no pueden falsificar la realidad. Que, por mucho que quieran imponer líneas divisorias entre unos y otros y la separación entre buenos -los que aceptan sus dogmas- y malos -todos los demás-, no todos estamos por la labor de cantar la misma canción si no se comprende la letra.

Hay que sustituir el radicalismo por la razón y la verdad. Y no es difícil. Basta con abrir los ojos y pensar. Hay que respetar la voluntad que los españoles expresaron el 14 de marzo de 2004, como la que resulte en próximas elecciones. Pensar y decir que puede ser normal que, a los tenientes alcaldes que compaginan lo público y lo privado, se les dimita. Pensar, dentro de la normalidad, que quién con niños se acuesta, meao amanece. Y ¡vamos! que si convocas una manifestación, te acompañan los símbolos preconstitucionales y se oyen consignas franquistas, no puedes esperar que se destaquen los valores democráticos y no termines mojado. Es normal salvo que, al igual que el teniente de alcalde, lo normal sea por la mañana ir de manifestación y responsabilizar al gobierno andaluz del cierre de Delphi, y por la tarde emplear el despacho en el asesoramiento a Delphi. Absurdo.

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