El siglo XX, según Bartolozzi
El Conde Duque homenajea al artista madrileño exiliado en México
Bajo el título Salvador Bartolozzi, castizo y cosmopolita el Museo de Arte Contemporáneo, nueva denominación del museo municipal del cuartel del Conde Duque, expone hasta el mes de abril algunas de las mejores obras conservadas del ilustrador madrileño. El comisariado, a cargo de María del Mar Lozano Bartolozzi, sobrina del artista, confiere a la muestra una plena aproximación al ilustrador. A tan corta distancia, se aprecia la erudición de su arte, iniciado en plena adolescencia en la madrileña y Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cuyo taller de vaciados regentaba el padre de Salvador, Lucas Bartolozzi, italiano de nación. Salvador mostraría desde su mocedad una inquietud sazonada de imaginación que guió sus pasos al París de comienzos del siglo XX, donde se impregnó del espíritu de innovación estética, también social, que despuntaba ya en el dibujo desde el pincel del conde Henry de Toulouse Lautrec. Recibió toda su influencia, bebió de cuantas técnicas tuvo noticia y, una vez formado, desató sus mejores recuerdos signados por la vida en su Madrid natal, donde había nacido en 1882.
Ilustración y medios escritos formaban entonces una ecuación poderosa, a cuya tentación Bartolozzi sucumbió, no sólo en la prensa, como la revista Blanco y Negro, donde firmó algunas de sus más famosas portadas; también, y sobre todo, ilustró carteles y libros como los de la editorial de Saturnino Calleja, orientada hacia la infancia, cuyo universo imaginado amuebló con deliciosos personajes. A su amor a la infancia unió su pasión por el universo femenino, que plasmó con maestría, al igual que el encarnado por el espíritu industrialista del primer tercio del siglo, sobre el que perduraban los escenarios intraurbanos, cafés, teatrillos, espectáculos, adonde Bartolozzi llevó pupila, mano y pincel.
El desenlace de la Guerra Civil le expulsó al exilio por la tristeza que el régimen franquista inspiraba a muchos artistas que, como él, veían la libertad más cerca de la República que de un régimen nacionalcatólico impuesto por mano militar tras su derrota en los frentes de batalla.
Bartolozzi se instaló en México, perfeccionó su discurso estético y movilizó su sabiduría: casi siempre situaba en un primer plano tipos mexicanos -pelaos y semejantes- sobre un escenario siempre madrileño. Resulta conmovedora la coexistencia de su cosmopolitismo con esa pasión ininterrumpida por su ciudad que el título de la exposición remarca. Su obra le convirtió, junto con Penagos y Rivas, en uno de los tres astros de la ilustración del arranque del siglo XX.
Salvador Bartolozzi (1882-1950). Casticismo y cosmopolitismo. Centro Cultural. Conde Duque, 9. De 10.00 a 19.00.
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