La capital secreta de Myanmar
La Junta Militar birmana muestra a la prensa internacional la nueva sede del Gobierno
La Junta Militar birmana abrió por primera vez las puertas de su nueva capital a la prensa extranjera. Amante del secretismo, el Gobierno que cambió el nombre de Birmania por el de Myanmar decidió en octubre de 2005 trasladarse desde la capital colonial, Rangún, -a la que años antes ordenó llamar Yangon-, a Naypyitaw, una localidad en el interior del país, a medio camino entre sus dos mayores ciudades: Rangún -en el sur, a orillas del golfo de Bengala- y Mandalay, en el norte.
"Los visados han sido concedidos a todos los que los han solicitado a tiempo, incluidos los
que están en la lista negra", declaró un funcionario del Ministerio de Información.
Alrededor de 50 periodistas extranjeros obtuvieron permisos para cubrir las ceremonias del Día de las Fuerzas Armadas, que se celebra hoy en Naypyitaw, cuya traducción sería Ciudad Real.
El líder máximo, general Than Shwe, de 74 años, se dirigirá a los 10.000 soldados que desfilarán por las principales avenidas de la nueva capital, coronadas por las estatuas de los tres principales reyes birmanos.
Pero el principal atractivo para los periodistas es Naypyitaw en sí misma, una ciudad situada 385 kilómetros al norte de Yangon, a la que el Gobierno se trasladó de un día para otro.
El régimen, que rivaliza en aislamiento con Corea del Norte, argumenta que es mejor como capital nacional una ciudad que se encuentre a medio camino entre Yangon y Mandalay. Disidentes en el exilio, sin embargo, señalan que la Junta que de una forma u otra gobierna Birmania desde 1962 se volvió paranoica tras la invasión estadounidense de Irak. Algunos indican que los astrólogos predijeron a Than Shwe un brusco cambio, mientras otros apuntan que el general ha tratado de copiar a los reyes birmanos, que ligaban la construcción de una nueva capital con el inicio de una nueva era.
En la capital, cuya construcción sigue en marcha en mitad de la jungla, aunque ya está muy avanzada, se han levantado ya media docena de hoteles, que estos días están llenos de diplomáticos e invitados a la fiesta militar. El problema es llegar. Ya no hay billetes para los vuelos -tres a la semana desde Yangon- y la carretera exige casi ocho horas al volante.

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