Los testigos acusan a Toro y Trashorras de ofrecer Goma 2 "a diestro y siniestro"
La novia de Rafa Zouhier asegura que éste era violento y que "le estalló algo con un móvil"
Varios testigos protegidos que conocieron la trama asturiana de los explosivos describieron ayer a los acusados Antonio Toro y José Emilio Suárez Trashorras como traficantes de explosivos sin escrúpulos. Ambos ofrecían públicamente, "a diestro y siniestro", partidas de más de 200 kilos, incluso a organizaciones terroristas como ETA, según el confidente conocido como Lavandero, si bien el teniente Campillo, de la Guardia Civil, que recibió sus confidencias, declaró que éste nunca le habló de la organización terrorista vasca. Por su parte, la ex novia del procesado Rafa Zouhier declaró ayer que éste era violento, capaz de vender a un amigo o a su madre y que en noviembre de 2003 le "estalló algo con un móvil".
Los testigos que ayer declararon en el juicio por el 11-M aseguraron que en 2001 todo el mundo sabía que Antonio Toro y su cuñado, el ex minero José Emilio Suárez Trashorras, vendían explosivos. Uno de ellos, el confidente denominado Lavandero, dijo que le ofrecieron en el club Horóscopo, de Gijón, una partida de 400 kilos de dinamita, aunque a los pocos días, cuando Toro ya había sido detenido en la Operación Pipol, Trashorras le dijo que ya no disponía de 400 kilos, sino sólo de 200 porque los otros los habían vendido.
Este confidente aseguró que Toro, que era el cerebro, y Trashorras, que sólo seguía las instrucciones de su cuñado, habían presumido de sus contactos con ETA, aunque poco después señaló que creía que no eran ciertas esas relaciones, sino sólo fanfarronadas. Lavandero afirmó que se tomó en broma las ofertas de explosivos hasta que Toro le enseñó un montón de cartuchos con detonadores en su maletero.
Lavandero dijo que avisó a la policía de que Toro y Trashorras vendían explosivos e incluso de que podían vendérselos a ETA, pero precisó que, como no le hicieron caso, acudió a la Guardia Civil. El agente Campillo, que también declaró ayer, reconoció que el confidente le habló de los explosivos, pero dijo que nunca le habló de la banda terrorista vasca. Este confidente también situó al procesado Rafa Zouhier con Trashorras en el club Horóscopo. Las declaraciones de Lavandero originaron la Operación Serpiente en Asturias, sobre tráfico de drogas y explosivos, que se solapó y se agotó con la operación Pipol, en la que fueron detenidos Trashorras y Toro.
Tráfico de explosivos
Dos de los testigos, el delincuente Lofti Sbai y el ex jefe de policía antidroga de Avilés, Manuel Rodríguez, Manolón, señalaron ayer que ni Zouhier ni Trashorras avisaron del tráfico de explosivos ni sobre los autores de los atentados antes del 11-M. Sbai llegó a decir que poco después de los atentados, Zouhier quería que alguien le presentase a un guardia civil para poder declarar que había denunciado a El Chino -jefe operativo de la célula islamista- antes de los atentados y, para ello, pidió ayuda a Sbai, que conocía a un guardia.
El policía de estupefacientes, por su parte, negó que Trashorras hubiera avisado antes del 11-M de los explosivos, hubiese hablado del Chino o que éste le hubiera comentado que era amigo de los etarras de la caravana de la muerte. El agente dijo que Trashorras, el 12 o 13 de marzo, le dijo que los atentados del 11-M había sido "cosa de moros". El agente le dijo en ese momento que ETA estaba detrás de los atentados. Pero el 15 de marzo, Trashorras le recordó que era cosa de los islamistas, por lo que el policía le preguntó en qué se basaba. "Me contó que uno de los moritos le había dicho 'si no nos vemos en la tierra nos veremos en el cielo' y que lo estaba llamando desde varios teléfonos de Avilés y no le cogía la llamada". El policía quiso dejar una cosa clara: "Por supuesto que no me comentó que en Madrid le pidieron explosivos. De tráfico de explosivos nunca me dio información y ni él ni nadie me dijo que traficara con explosivos".
La ex novia de Zouhier confirmó que éste viajó a Asturias en tres ocasiones a finales de 2003, que era violento y manejaba mucho dinero. Que era capaz de vender a un amigo e incluso a su madre y que en noviembre de 2003 "le explotó algo con un móvil". Esa explosión le afectó a una mano, por lo que tuvo que ser atendido en un hospital y a Rachid Aglif en la cara.
La ex novia de Zouhier manifestó que contaba que trabajaba para la Guardia Civil, pero que nunca le creyó. A la pregunta de si su ex novio es islamista, respondió: "Reza, cumple con el Ramadán, bebe y hace lo que quiere, pero pone verde a los judíos y a los americanos, por supuesto". La mujer afirmó que ha tenido que cambiar todos los teléfonos porque Zouhier le ha amenazado desde la cárcel.
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