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Tribuna:RECUERDO DE ÁLVARO NOGUERA
Tribuna
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Un referente social

Se cumple ahora un año del fallecimiento de Álvaro Noguera, un verdadero referente social. Álvaro vivía en Valencia, en la calle de los Caballeros. Allí donde canta María del Mar Bonet se encuentran, "geranis i flors, humitat i tenebrors, saliva i enteniment". Y allí vivió, con su familia, frente al Teatro Talía y junto al Escalante, y también próximo al Valencia-Cinema, en la calle Quart 23, sala para la programación de actividades culturales que recuperó, con la sociedad Studio, en los años sesenta, cuando reconocerse demócrata resultaba toda una heroicidad. Allí vivía y trabajaba, junto a sus hijos, y a su esposa Agnès Borel, quien también lo hace en el local situado en los bajos del edificio y dedicado al interiorismo, bautizado como Gatopardo, en un característico guiño familiar entre viscontiniano y propiamente de Lampedusa.

Álvaro nunca optó por trasladarse a vivir a otros lugares residenciales dentro o fuera de la propia Valencia y no era extraño encontrarlo frecuentando lugares característicos de la zona, como Casa Bermell, donde Emili apreciaba su fino paladar para la buena gastronomía. Su incesante actividad empresarial trascendía la financiera, y sus participaciones en diferentes sectores emergentes de nuestra economía, valenciana y estatal, se iban sucediendo con una concepción ética que desde diferentes ámbitos en el momento de su fallecimiento, y recientemente Emili Tortosa, en la Fundación para la Ética de los Negocios y las Organizaciones, Etnor, pusieron de manifiesto.

La calidad humana y empresarial de Álvaro Noguera resultaba un referente inexcusable de Valencia, como se le pudo oír decir públicamente a Jordi Pujol, en diferentes ocasiones. Por ejemplo, en la conferencia que impartió en el Club de Encuentro Manuel Broseta en Valencia o en el acto que tuvo lugar en el edificio de la Pedrera de la Caixa de Catalunya en Barcelona, con motivo de la presentación de lnstitut d'Economía i Empresa Ignasi Villalonga, en las que el ex president de la Generalitat de Catalunya expresó elogiosas referencias a su persona. Igualmente en Madrid era conocida la alta consideración que por él sentían sus compañeros en el Consejo de Administración de Prisa, Jesús de Polanco y Juan Luis Cebrián, entre otros.

Pues Álvaro Noguera, en los difíciles años de la transición política, ya estaba allí implicándose con su nombre y su buen hacer. Por ejemplo, en la Comisión Mixta de Transferencias del Estado al Consell del País Valenciano, que se constituyó el 3 de julio de 1978, bajo la presidencia del Ministro para las Regiones Manuel Clavero Arévalo.

También desde la Cámara de Comercio de Valencia, con su primo -presidente entonces- José Antonio Noguera de Roig, Álvaro aportó la racionalidad de su pensamiento a la agilización y liberalización de todo el sistema económico. Ya en las paredes de la Sala de Plenos figuraba expuesto el retrato de su padre Antonio Noguera Bonora, quien había sido presidente de la institución desde 1930 a 1933, y que, como su tío Vicente, lo fue también del Banco de Valencia. Asimismo, su padre lo sería de la Asociación Valenciana de Caridad, donde tanto Álvaro -como su hija Agnès- venían formando parte de su Junta de Gobierno, y lugares todos ellos donde la familia Noguera ha tenido siempre una positiva influencia, y razones más que sobradas para que la sociedad valenciana rinda merecido reconocimiento a quienes tanto supieron honrarla.

Combatió a la muerte, como alegóricamente él mismo procedía a desplegar en las batallas de su importante colección de soldaditos de plomo -cuyo museo resta pendiente- o como figuraba en la frase del Obispo de Carlisle al Rey Ricardo II, de la pieza teatral del mismo título de Shakespeare, y que la familia incluyó en su esquela mortuoria: "Combatir y morir es destruir a la muerte".

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Álvaro Noguera murió combatiendo, es decir trabajando, y su fallecimiento vino a coincidir con la Junta General de Sogecable, celebrada el día 21 de marzo de 2006, aproximadamente en las mismas fechas en las que este año figura el nombramiento de Agnès Noguera Borel como consejera.

Hoy aquí, un año más tarde, le echamos de menos, sin alcanzar todavía a valorar lo que supone su pérdida, pues sus iniciativas recientes no cesaban e iban desde el ámbito empresarial al cultural.

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