Ernst Häfliger, tenor

El gran tenor suizo Ernst Häfliger falleció el pasado sábado, 17 de marzo de 2007, en Davos, en la más absoluta calma, como consecuencia de un repentino ataque cardiaco. Había nacido el 6 de julio de 1919 en la misma Davos, Suiza. Tenía 87 años.

La muerte se puede interpretar como el comienzo de una segunda vida, si el que desaparece deja un legado artístico digno de la inmortalidad. Consciente o inconscientemente, el lector de EL PAÍS tiene a Ernst Häfliger incorporado a sus vivencias musicales, al menos a través del disco. Era el tenor de aquella memorable Novena, de Beethoven, del 22 de agosto de 1954 en Lucerna, dirigida por Wilhelm Furtwängler, con Elisabeth Schwarzkopf de soprano, que este periódico editó en su colección discográfica Clásica de hace unos años. Tiempos que se han ido, tiempos que permanecen en el recuerdo. El repertorio más representativo del tenor ha sido recopilado por Deutsche Grammophon en una caja de 12 CD, desde Bach a Janácek, incluyendo los tres grandes ciclos de Schubert. El pensamiento teórico y autobiográfico está en su libro Die Singstimme, editado en Berna en 1983. Era asimismo profesor de canto en la Escuela Superior de Múnich desde 1971.

Häfliger se encontraba sumamente a gusto en el papel de Evangelista de las Pasiones de Bach, tanto la de san Mateo como la de san Juan, y no desdeñaba hacer de narrador en obras como los Gurrelieder, de Shönberg. Incluso participó en el estreno de tres oratorios de Frank Martin: Le vin herbé, en Zúrich; In terra pax, y Golgotha en Ginebra, todos ellos en la década de los cuarenta. También estrenó varios motetes y lieder de Hindemith.

En el mundo de la ópera se sintió especialmente identificado con Mozart y, sobre todo, con La flauta mágica, con la que debutó en Salzburgo, Glyndebourne o Chicago. De 1952 a 1974 fue primer tenor lírico de la actualmente Deutsche Oper de Berlín. Furtwängler le tentó para Fidelio, de Beethoven. Los mejores directores de orquesta se lo rifaban. Es el caso de Ferenc Fricsay, Karl Richter, Bruno Walter o, más recientemente, James Levine, que ejerció de "padrino" en sus exitosas giras por Estados Unidos. También dio la vuelta al mundo con sus masterclasses, no solamente en Europa, con Zúrich como base, sino también en Estados Unidos -Marlboro Music Festival- y Japón.

Algo muy sutil debía desprender en su faceta comunicadora, que hizo escuela en su propia familia: un hijo pianista, y otro violinista y actualmente director del Festival de Música de Lucerna. En Davos, Suiza, donde había nacido el 6 de julio de 1919, dejó de vivir y cantar para siempre el pasado fin de semana. Pero su voz y su trayectoria ética y estética quedarán también para siempre entre nosotros como ejemplo.