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Cuarto aniversario de la guerra de Irak
Columna
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Cinco escenarios para salir de Irak... y ninguno bueno

Andrés Ortega

"Podría durar seis días, seis semanas, pero dudo que dure seis meses", afirmaba el entonces secretario de Defensa americano, Donald Rumsfeld, poco antes de iniciarse la invasión de Irak. Sólo dos años después se veía obligado a admitir que las insurgencias pueden aguantar "de 5 a 12 años". El caso es que hoy, cuando se van a cumplir cuatro años del inicio de la guerra, no se vislumbra una salida. Ni la Administración de Bush ni los demócratas, divididos, tienen hoja de ruta. Estados Unidos no sabe cómo marcharse de Irak, pero tampoco cómo quedarse. O quizá sí, si lo que busca es un caos que justifique una presencia militar permanente en aquel país.

En todo caso, el sueño de los neocons de un Irak democrático que irradiara estos valores sobre la región se ha venido abajo. Los propios mandos militares, entre otros el general David Petraeus, en quien Washington deposita sus últimas esperanzas al frente de esta misión imposible, ha declarado que todas las opciones son malas. Ya nadie, salvo Bush aún de vez en cuando, habla de victoria. Se trata de minimizar daños.

Ya nadie, salvo Bush de vez en cuando, habla de victoria. Se trata de minimizar daños

La Administración de Bush nunca se ha comprometido a sacar las tropas de Irak, ya no con fecha fija, sino siquiera aceptando el concepto. Y sin embargo son varios los expertos y diplomáticos que se lo recomiendan, como Zbigniew Brzezinski: el antiguo consejero de Seguridad Nacional del presidente Carter ha escrito que nadie, dentro o fuera de Irak, "tiene incentivos para llegar a un compromiso mientras Estados Unidos mantenga la situación más o menos a flote". Mientras, la coalición internacional se va deshaciendo. Tras España e Italia otros países han retirado sus tropas. Incluso Tony Blair está rebajando la presencia militar británica. EE UU se va quedando solo.

Cinco son los escenarios más previsibles.

- Seguir tirando. En enero pasado Bush no sólo se negó a retroceder y fijar una hoja de ruta de retirada, como le recomendó el Grupo de Estudio sobre Irak presidido por Baker y Hamilton, sino que optó por mandar más tropas, el famoso surge, con 21.500 efectivos de combate adicionales, sobre todo para desplegar en Bagdad; y varios millares más de soldados de apoyo. Si no funciona, el Pentágono y el propio Petraeus contemplan otras opciones. El tiempo no es ilimitado. En seis meses se verá si el surge surte efecto o no. Para algunos observadores en la zona, cabe esperar que ante esa mayor presencia militar los ataques de insurgentes y terroristas se vuelvan más escasos, pero sólo temporalmente. Después volverán.

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- Retirada caótica. Como en Vietnam. No es previsible que Bush lo ordene, pero el que le suceda en la Casa Blanca en enero de 2009 podría decidirlo. El problema es que entonces estuvieran ya en plena guerra civil, con el riesgo de una partición de Irak por la fuerza, que llevara a intervenir a turcos, iraníes, sirios y otros para evitar la creación de un Estado kurdo independiente. Esta situación le dejaría, por otra parte, el campo libre a Irán en la parte controlada por los chiíes. La gran diferencia con la debacle de Saigón en abril de 1975 es que Vietnam importaba poco para el resto del mundo. Irak mucho más, dada la concentración de petróleo y animosidades religiosas en la zona.

- Retirada a plazo. Es lo que recomendaba el plan Baker-Hamilton y otros, al menos para todas las brigadas de combate, pues el informe excluía las necesarias para la autoprotección. La fecha tope sería el 1 de septiemebre de 2008. Incitaría a los iraquíes a mantener su propio orden. Pero las fuerzas de seguridad iraquíes están penetradas por las diversas milicias y se han convertido en parte del problema, y no de la solución. Esta retirada exigiría un acuerdo internacional, de las principales potencias y de los vecinos de Irak, que es lo que Arabia Saudí intenta impulsar, temerosa de que Estados Unidos no pueda aguantar y abandone la región al caos.

- Salida parcial. Una variante es que las fuerzas estadounidenses no se retiren completamente, sino que se queden, en mayor o menor número, con misiones menos expuestas, replegándose a bases semipermanentes, y apoyadas desde otras instalaciones militares de Estados Unidos en la región. Es una opción que propugna una parte de la Administración de Bush e incluso una parte de los demócratas, como la senadora y candidata presidencial Hillary Clinton, para la cual, serán necesarias tropas de su país en Irak para seguir luchando contra Al Qaeda y formar efectivos propiamente iraquíes. Habría así una continuidad estratégica de Estados Unidos en una región que considera crucial para sus intereses, con una presencia militar desde las antiguas repúblicas soviéticas a Afganistán e Irak.

- Escalada regional. En vez de retirarse de Irak, se trataría de ampliar la guerra a Irán y Siria. No cabe excluirlo. Es a lo que pareció apuntar la retórica directa del presidente Bush en los últimos tiempos. Y es significativo que, pese a que los demócratas tienen mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado, esta semana eliminaron la propuesta inicial en la ley de gasto militar de que el presidente Bush tenga que obtener la aprobación del Congreso antes de cualquier movimiento contra Irán. Le han dado carta blanca.

¿Cuál de estos escenarios de trazo grueso predominará? A estas alturas, no es posible saberlo. Los próximos seis meses serán determinantes. Otra vez. Pues eso se decía ya hace medio año.

SCIAMMARELLA

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