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ANÁLISIS | NACIONAL
Columna
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El ángel exterminador

EL ÉXITO de la manifestación en protesta contra la prisión atenuada de Iñaki de Juana, un recluso de ETA en huelga de hambre que había cumplido ya su condena por 25 asesinatos perpetrados antes de 1987 y a quien restaban por liquidar 18 meses a causa de un delito cometido en la cárcel en 2004, ha estimulado los planes del PP para ocupar íntegramente la agenda política con la denuncia de las supuestas cesiones del Gobierno ante los chantajes del terrorismo. Esta semana, el Grupo Parlamentario Popular concedió a De Juana el estrellato político en el Congreso, en perjuicio de los debates sobre la cumbre del Consejo Europeo dedicado a la energía y de la Ley de Igualdad. Ni siquiera el juicio del 11-M -donde están siendo desmontadas las imaginarias conexiones de ETA con el atentado de Atocha- y las amenazas del terrorismo islamista -tan ciertas en 2004- logran atravesar esa burbuja.

La estrategia del PP para rellenar la agenda política sólo con las cesiones del Gobierno ante ETA crea un mundo cerrado donde ni siquiera las amenazas islamistas tienen derecho a sitio

Como sucede en El ángel exterminador, de Buñuel, cuando los invitados a la fiesta de la familia Nóbile no consiguen abandonar la casa pese a sus denodados intentos, la obsesiva reduplicación de las interpelaciones y preguntas del PP sobre De Juana, la ilegalización de EHAK, la presencia de Batasuna en las elecciones y Navarra cierra los muros de ese clausurado universo político donde los populares sólo hablan del único terrorismo que parece preocuparles hoy, pese a la trágica experiencia de su incapacidad para prevenir el 11-M. Esta semana, la tamborrada comenzó el martes en el Congreso tras la comparecencia en la Comisión de Interior del ministro Rubalcaba con el doble propósito de subrayar que la prisión atenuada de De Juana había sido aprobada por el juez de vigilancia penitenciaria y de comparar -desfavorablemente para el PP- los historiales en política penitenciaria de Aznar y de Zapatero. El portavoz popular disparó a bocajarro un falso dilema para taparle cualquier salida al compareciente: si Rajoy utilizó en su día ese tipo de argucia al espetarle a Zapatero que "si usted no cumple, le pondrán bombas, y si no hay bombas, es porque ha cedido", Zaplana aplicó su sofístico ejemplo a Rubalcaba: "o montan el GAL, o negocian con los terroristas".

Por la tarde, el Pleno del Congreso discutió una moción del PP sobre las medidas para impedir la presentación de Batasuna a las elecciones de mayo. De Juana no podía faltar a la cita: según el portavoz popular, "el presidente Zapatero ha asumido que se convierta en héroe a un terrorista". Aunque el Gobierno haya asegurado que sólo podrán concurrir a los comicios las candidaturas ajustadas a la Ley de Partidos, el desconfiado Astarloa exigió al Ejecutivo el cumplimiento de una serie de condiciones previas para creerle: "Como primera medida, urge que este Parlamento salve la dignidad de nuestras instituciones democráticas, rechace la incalificable excarcelación de De Juana y exija que vuelva a prisión para cumplir íntegramente su condena".

Al día siguiente, De Juana retornó al Congreso llevado otra vez en andas por el grupo popular. En la sesión de control al Gobierno, Rajoy se dirigió al presidente Zapatero para echarle en cara que la prisión atenuada otorgada a De Juana ha sido la consecuencia de una cesión suya a un chantaje de ETA; no aclaró, en cambio, si el juez de vigilancia de la Audiencia Nacional -cuya aprobación en ese trámite era preceptiva- se había rendido también cobardemente a la amenaza. Acebes exigió el regreso del recluso a la cárcel, cuando salga del hospital, para cumplir el resto de la condena que le quede entonces pendiente. Un diputado popular de brillante porvenir hizo sonrojar a las paredes de la Cámara con un macabro chiste que decoró su pregunta al ministro del Interior: "El récord del mundo sin comer lo tiene un naturista chino en 49 días; por mucho que [De Juana] fuese del mismo Bilbao, tras 114 días estaría muerto". El presidente Zapatero declaró que no acepta chantajes "ni de un terrorista ni de nadie" y que "tampoco se achanta ante el montaje de mentiras del PP en materia antiterrorista"; alguna estrategia deberá inventar su Gobierno, sin embargo, si quiere recuperar una mínima capacidad para fijar la agenda política.

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