Los traductores del juicio del 11-M
Soy traductor y sé que es norma básica y fundamental que un intérprete (no importa de qué idioma estemos hablando) traduzca a su lengua materna. ¿Se imaginan ustedes un juicio contra un grupo de españoles acusados de haber cometido un atentado de similares características en un país árabe? ¿No resulta hasta cómico pensar que los traductores fueran españoles que hablasen árabe?
La verdad, no alcanzo a comprender el porqué de esta desafortunada elección. ¿Puede algún lector arrojar algo de luz sobre este asunto? Hasta ahora, había pensado que el motivo de "obviar" una norma tan esencial (insisto, la necesidad de que el traductor traduzca a su lengua materna) no era otro que una cuestión "dialectológica", es decir, considerar -en algo más que buena lógica- que el traductor árabe-parlante (y me refiero a aquel cuya lengua materna sea el árabe) domine también -además del árabe clásico- los dialectos marroquíes. Cuál no ha sido mi sorpresa al comprobar en la crónica del juicio del 11-M del martes 13 de marzo (EL PAÍS, página 20) "... el testigo entendía aún menos el árabe clásico -lengua en la que se expresaba el traductor- que el español".
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